Por Leopoldo Ávila
La microhistoria es un enfoque historiográfico que se centra en el estudio de eventos y situaciones particulares, con el objetivo de entender cómo se relacionan con procesos sociales y culturales más amplios. En lugar de estudiar grandes procesos históricos, la microhistoria se enfoca en analizar detalles y situaciones específicas, y cómo estas se relacionan con el contexto histórico más amplio.
La microhistoria surgió en la década de 1970 como una crítica a los enfoques históricos tradicionales que se centraban en el estudio de los grandes eventos y las figuras históricas. Los microhistoriadores argumentan que al estudiar eventos y situaciones particulares, se puede obtener una comprensión más profunda de los procesos históricos y culturales que subyacen en ellos.
La microhistoria se ha aplicado en diversos campos, desde la historia social y cultural hasta la antropología y la literatura. En la literatura, por ejemplo, la microhistoria se ha utilizado para analizar cómo las experiencias de individuos específicos se relacionan con procesos sociales y culturales más amplios, y cómo estas experiencias pueden ayudar a entender mejor la historia y la cultura de una sociedad en particular. Mudos testigos (crónica del ex-cafetal Jesús Nazareno), es un libro que cabe perfectamente en el enfoque de la microhistoria. El libro menos conocido de la extensa obra de Ramiro Guerra, que se publicó por vez primera en 1947 y en 1974 tuvo una reedición por la Editorial de Ciencias Sociales.
La importancia de este libro es única, atrajo la atención a historiadores de la talla de Juan Pérez de la Riva. Es el primer libro de la microhistoria cubana. El carácter biográfico del objeto de estudio y en el enfoque para una historia de caso de la historiografía moderna. Hasta ahora, los historiadores positivistas leen el libro como parte de la biografía histórica del autor. Nada más falso. En su perspectiva narrativa, el texto ofrece un enfoque evolucionista, de larga duración, de la propiedad en cuestión: origen, transformación y liquidación del Cafetal Jesús Nazareno. Un tema de la historia económica aún sin asidero en la investigación histórica.
De la plantación a la autarquía económica. Del cafetal, fundado a principio del siglo XIX, con fuerza de trabajo esclava para el mercado mundial, a la transformación de un sitio de labor para la producción doméstica con un marcado carácter no absentista. De ahí que los dueños del predio rústico, después de la destrucción del cafetal, se asentaran para contribuir a la reafirmación familiar como buenos hijos del país. La idea se centra en las figuras y metáforas que dan cuenta de un idilio que Guerra imagina sobre el campo y la nacionalidad cubana: economía patriarcal anticapitalista. Guerra estima un proyecto, dentro del tradicionalismo fisiocrático más radical, de validación nacional fijado sobre una clase social y unos valores históricos de corte hispánicos.
Aun cuando se menciona el libro, una suerte de metáfora evoca la genealogía de la tierra, de los campesinos atados a la tierra, como el árbol a los frutos. En este sentido, los historiadores corren el mismo riego de los filósofos, según Heidegger, de que la historiografía no piensa, la poesía piensa. Mi lectura sobre Mudos Testigos es, además, la siguiente: la metáfora de las raíces en el árbol incluye la paradoja no resuelta todavía en la historiografía cubana: la falta de una historia de la domesticación del ser cubano y de la tierra (cafetal, hacienda, plantación) convertida en Casa del ser para propietarios no absentistas.
El núcleo familiar emerge como una unidad primaria, creada no para cualquier mercado, sino para la permanencia. Este rasgo es fundamental en la narrativa de Ramiro Guerra, pues sugiere a un hombre arraigado en la tierra, desprovisto de mentalidad capitalista o empresarial, que ha construido una identidad con el trabajo y la complejidad. La dificultad para dedicarse a otras labores agrícolas como la ganadería extensiva, la producción de café, tabaco y azúcar, provocaron por medio de hipotecas no saldadas la venta de la finca. Las deudas hipotecarias fija la jerarquía entre el pequeño propietario, campesino libre, y el comerciante, de origen peninsular. La ausencia de un sistema crediticio moderno, no resolvía los problemas de falta de capital líquido, lo cual era ejercido por la usura sobre los pequeños propietarios.