Desde hace unos años parece que el arte figurativo ha vuelto a ser el centro de atención de galerías, museos y del público en general. Sin embargo, en la búsqueda de otras formas de expresión, las técnicas y los referentes de los nuevos creadores se han distanciado de lo que podríamos llamar una tradición más académica. Un ejemplo interesante de estas vanguardias sería el británico Michael Howard, más conocido quizás con su alias de NVM.
Sus obras son principalmente retratos con tinta, gouache y lápiz, con un profundo nivel de detalle que se escapa de ese otro realismo más riguroso y fotográfico. Sobre su estilo, este joven artista enfatiza a menudo el valor del espacio negativo. Para él, las áreas en blanco, las superficies no ocupadas de la lámina, incluso los bordes que deja adrede alrededor del retrato, son necesarias para equilibrar la mirada del espectador. Su inspiración viene a menudo del propio entorno en el que vive, desde el grafiti o los fanzines hasta la tipografía que se emplea en publicidad o en la misma ropa que lleva. No importa la imperfección si ésta resulta más expresiva y natural.
Su paleta de color suele ser reducida, bastante poco saturada. En este punto, de alguna manera, regresamos a la filosofía del espacio negativo. Como él mismo Howard afirma en entrevistas, el exceso de color puede llegar a distraer demasiado. Por ello, a menudo lo acaba concentrando en elementos puntuales como tatuajes, labios, nudillos, rótulos, entre otros.
Si nos fijamos en su retratos, nos daremos cuenta de inmediato que las texturas son otro aspecto importante en su forma de trabajar. En un principio Howard buscaba láminas grandes de papel hecho a mano, con la suficiente rugosidad para conseguir el efecto deseado. Sin embargo, el papel debía permitirle tanto el dibujo minucioso como la correcta absorción de la tinta y el gouache, sin derrames indeseados. Aunque efectiva, esta solución elevaba mucho el precio y la dificultad para levantar cada proyecto. Por ello, en la actualidad, aboga por un papel más común al que, una vez pintada y digitalizada la obra, añade la textura por medio de programas de retoque fotográfico hasta conseguir el resultado que podemos ahora disfrutar.
¡Espero que os guste su trabajo!
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