Mi perro está en el paraíso (un relato «in situ»)

Por: Roberto Gómez

La semana pasada decidí practicar un poco el tiro al blanco con la BB Gun que tengo en la casa, no habían pasado cinco minutos cuando yo los tres locos chiquitos me pedían a gritos un intento. No dudé en subirlos a mis piernas, uno por uno, para ayudarlos a realizar el perfecto tiro y así derribar la lata vacía de lo que ellos piensan contenía un jugo especial para abuelos, qué debo confesar que son en realidad latas vacías de mi cerveza favorita…

¡Las cosas que uno les dice a los muchachos! Por supuesto, no sobraron los consejos de seguridad: ¡no se les ocurra apuntar a nadie con un arma!, ¡no se le acerquen a este rifle si no hay un adulto presente!; ¡no se pongan jamás delante de un fusil como este! Todo esto mientras ellos no paraban sus cabezas en forma de asentimiento: ¡si , abu, yo lo sé! Repetían como loros. No voy a mentir al negar que me vinieron a la mente las posibles opiniones de quienes son radicales retractores de este tipo de enseñanza a los menores, de hecho, en esos pensamientos andaba yo perdido, cuando escuché el espontáneo diálogo que empezaron mis novatos aprendices: «Kai, tienes que tener cuidado, porque terminarías yéndote al paraíso si cometes un error cuando manipulas un arma“

– Yo sé, Emily! Mi perro está en el paraíso, se llamaba Spike … – oh, mi perro también está en el paraíso – respondió Emily para no quedarse atrás con Dios. – Todos nos vamos a reunir allí un día . Estuvieron de acuerdo los dos con este último comentario.

Inmediatamente me vino la calma … Me dije a mi mismo que jamás escucharía conversación como esa viniendo de aquellos que ,con un cinismo visible, atacan el derecho de enseñar a nuestros hijos y nietos los derechos o valores más elementales de familia .

Los mismos que quieren prohibirnos la oportunidad que nos ofrece la constitución de este país; o los mismos que han hecho un crimen una plegaria matutina… La contradicción es obvia, dicen defender la vida, cuando en realidad los mueve la incapacidad heredada de no poder distinguir el bien del mal … Y antes que se me olvide, todos fueron capaces de perfectos agujeros en mi preferido envase, todo esto logrado: ¡without shooting someone’s eye out!

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