Por Félix Fojo
Explicar las razones por las que una canción cualquiera se convierte en un ícono popular en su país de origen no es fácil. Pero si, además, la canción se hace reconocible e icónica en el mundo entero, entonces, más que dificultad para explicar su éxito, lo que nos produce es perplejidad, sobre todo si la susodicha pieza es de factura sencilla y se gestó con pocos recursos, rápido y sin grandes pretensiones.
Ese es el caso de «La Paloma», del compositor alavense Sebastián Iradier, de «Yesterday», de Paul McCartney, de «My Way» —pieza con una complicada historia de creación franco-canadiense-norteamericana— y, para no hacer demasiado largo este breve artículo, de «Feliz Navidad», la extraordinariamente pegajosa y bien concebida obra del compositor, guitarrista y cantante puertorriqueño José Monserrate Feliciano García, conocido por todos y en todas partes como José Feliciano.
Feliciano nació en el pueblo de Lares, en lo más alto de las montañas de la isla, en septiembre de 1945. Vino al mundo pobre y ciego. Su ceguera se debió a un glaucoma congénito, una condición bastante rara (cerca de 1 de cada 30,000 nacimientos) asociada a una herencia autosómica recesiva de penetración incompleta. Un mal comienzo en la vida, tal y como él mismo explicara en una entrevista.
En parte para tratar de encontrar un tratamiento médico para la condición del niño –en realidad irreversible– y en parte para buscar una mejor forma de vida, la familia Feliciano emigró a Nueva York cuando él tenía 5 años. Nadie podía imaginar, como colofón de esta historia, que sería precisamente él, José, el gran triunfador, tanto desde el punto de vista económico, como artístico y humano.
A los 17 años ya José, que nació con la música en la sangre, aportaba económicamente a su grey tocando su guitarra y cantando en restaurantes y pequeños clubs de las zonas urbanas de Connecticut y Nueva York, y a los 19 grabó su primer disco. Y ese es el mismo joven que a los 27 años compuso y grabó, en Los Ángeles, una de las canciones más icónicas, versionada y difundida de la navidad contemporánea en una buena parte del planeta: «Feliz Navidad».
Según él narró, estaba trabajando en la urbe angelina en 1970, lejos de su familia, de sus amigos y de las costumbres navideñas boricuas, que extrañaba, y le salió del alma una melodía intentando enviar un abrazo musical a todos ellos y a todos los puertorriqueños regados por el mundo. Así escribió, con mucha sencillez y rasgueando su guitarra, el estribillo de: /Feliz Navidad, Próspero Año y Felicidad/, seguido del /I wanna wish you a Merry Christmas, from the bottom of my heart/.
Una vez compuesta la canción, se le añadió a la composición el cuatro puertorriqueño y, después, se hizo el arreglo completo en el estudio. Rápidamente la pieza se convirtió en un éxito radial y, a la larga, en un estándar que se toca en todas partes. El autor de estas líneas recuerda haber arribado a un aeropuerto europeo en la década de 1970 cerca de Navidad y escuchar por los altavoces el «Feliz Navidad» de José Feliciano. De hecho, el villancico, porque villancico pop es, está en el top de las 25 canciones navideñas más vendidas y radiadas en el siglo XX y en lo que va del XXI.
«Si hubiera estado cerca de los míos, es posible que “Feliz Navidad” no se hubiera compuesto», dijo Feliciano. Hubiera sido algo lamentable para todos nosotros. En 1987, Feliciano tuvo su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood y, en 2013, ingresó en el Salón de la Fama de Compositores Latinos.