Si la cultura globalizada, con sus nuevas tecnologías que ponen en evidencia la contradicción entre unidad y multiplicidad, nos conduce a una civilización del kitsch y del consumo en sociedades dominadas por el mercado, la uniformización, a través la IA, puede acabar con los significados originales y la experimentación auténtica, banalizando valores y objetos.
Tal atavío de homogeneidad conlleva la propagación de lo vulgar y pretencioso como categoría estética y moral, en todos aquellos ámbitos de la cultura en los que penetre y se asiente.
Cuando Stelzer llegó a la conclusión aventurada de que el arte viene del futuro, y así indicado y comprobado, la actividad creativa se convierte en aventura y experimento, y toda obra de arte en una creación nueva, no hacía sino emborracharse de utopía con polvos de estricnina picante.
Francastel, por su parte, también era un gran optimista filarmónico de un singular misterio cósmico, cuando afirmaba que el arte contemporáneo ya no debe sus formas y sus espacios a las reacciones humanas y las percepciones naturales del artista, sino a sus conocimientos de técnica y física.
La nueva técnica unificadora, por tanto, es casi la única protagonista, en sus aceleraciones y destrucciones, al no estar basada en la síntesis de una intuición sensible, imaginación, inteligencia y emoción, dando fin con ello a una creatividad fundamentada en una secuencia de elecciones libres y no condicionadas.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional
y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)