Más vida a la «Vida»

Por Coloso de Rodas

Con la llegada al mundo (exilio desde la incubadora natural, la placenta), el infante tropieza primero con llegar al lenguaje: las convenciones establecidas, discursos, narrativas, sueños, señales de tráfico, órdenes, reglas, etcétera; todo lo que constituye la formación de parques temáticos o una incubadoras culturales artificiales (placentas artificiales)

Luego, dentro de la incubadora cultural, aparece el imperativo llegar a la vida y todo se disloca. Surge la religiosidad, el mito, el misticismo, el ocultismo, el esoterismo, el estoicismo, etcétera. Surge el ansia de despertar la conciencia como atributo de superación. Pero llegar a la vida no significa otra cosa que al margen de la conciencia la vida busca a través de nosotros aumentar el poder, elevarse naturalmente a costa más altas.

Entonces comprendemos de que estamos aquí con el propósito de crear más vida a la Vida. Para lograr eso no necesitas conciencia sino voluntad de poder. No necesitas instrucción, sino entrenamiento. No necesitas explicación, sino disciplinamiento. No necesitas adoctrinamiento, sino el arte del atleta cultural de alto rendimiento. Necesitas crearte en la imaginación un stadium olímpico donde compites en una disciplina atlética. Ese era el sentido de la vida en la Grecia helénica, la representación de la tragedia entre el espíritu y el musculo.

La cultura fáustica (novena forma cultural según Spengler), decadencia del mundo occidental comienza con la separación del musculo del espíritu.

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