La recepción de Nietzsche en Cuba: «La palabra de Zaratustra», de Alberto Lamar.

Todos los que se consideren de la «derecha política» deberían leer este libro. Más los de izquierda también. La recepción de la obra de Nietzsche en Cuba es un misterio y al mismo tiempo un abandono por parte de nuestras capacidades intelectuales.

Con apenas 20 años de edad, Alberto Lamar edita en 1922 su segundo libro: La palabra de Zarathustra y la influencia en el espíritu latino a manera de preparación-base para la obra que escribirá después en su corta existencia. En este sentido su posición intelectual no va a ser, exactamente, la de un escritor reaccionario, sino la condición de aquel que despliega un estilo de combate centáurico, buscando la unidad entre el arte, la poesía, la vida y la ciencia. Con Lamar comienza un nuevo rumbo ontológico nacional, cuya tendencia fue torpedeada por el espíritu de los débiles, majestuosamente preñada del ideario patriótico revolucionario de la ideología independentista dominada después de la caída de Machado en 1933 por la izquierda marxista cubana. Es decir, lo que pudo traer la lectura y la compresión de las ideas de Nietzsche, se perdió en Cuba durante un siglo entero: sucumbió ante el monopolio del ideal independentista como religión del amor en una moral de esclavo.

Lo que pudo traer la lectura y la compresión de las ideas de Nietzsche, se la perdió un siglo entero: el monopolio del ideal independentista como religión del amor en una moral de esclavo. Hablaremos más adelante sobre esta hipótesis, jamás concebida por el pensamiento cubano y latinoamericano…

Como Nietzsche lo considera esencial en la Tragedia griega, Lamar lo propone como tragedia latina americana. Desde luego, se trata de la postura centaurea (que jamás se ha conseguido en Cuba) chocante de frente contra el positivismo latinoamericano y las formas literarias en bogas, las cuales tendían grosso modo a privilegiar la división del hombre moderno entre lo privado y lo púbico.

La palabra de Zarathustra, cuyos comentarios Lamar escribe sobre Así habló Zarathustra de Nietzsche, tiene la intención de poner en contexto el estilo de combate del centauro, sobreponiéndose a la racionalidad instrumental positivista, negadora de la práctica estética del deber ser. El estilo de combate lo llevaría a tratar en La palabra…, con temas referidos al superhombre, la guerra, la fuerza, la individualidad y la cristalización del poema como reto y advertencia de la unidad entre el arte, el combate, la vida y la ciencia.

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