La política editorial cubana y Barrabás

Por Eduardo René Casanova Ealo

La historia de Jesús de Nazaret y Barrabás es una parte significativa de la narrativa de la Pasión de Cristo en la tradición cristiana. Según los evangelios, Poncio Pilato, el gobernador romano, ofreció liberar a un prisionero en honor a la Pascua, y la multitud eligió a Barrabás, un conocido insurrecto y asesino, en lugar de Jesús, quien fue luego crucificado. Si hipotéticamente Barrabás hubiese sido crucificado en lugar de Jesús, la narrativa central del cristianismo, que se centra en la crucifixión y resurrección de Jesús como acto redentor, habría sido completamente diferente. La crucifixión de Jesús es el evento a través del cual, según la doctrina cristiana, Jesús redime el pecado del mundo. Sin ese sacrificio y la posterior resurrección, la base de la fe cristiana tal y como la conocemos no existiría. Esto hubiera cambiado no solo la religión cristiana, sino también el curso de la historia occidental, que ha sido profundamente influenciada por las enseñanzas y la difusión del cristianismo.

Imaginar una historia alternativa donde Barrabás es crucificado y Jesús es liberado nos lleva a un terreno de conjeturas fascinantes. Sin la crucifixión, Jesús no habría muerto como mártir ni habría resucitado, eventos que son piedras angulares del cristianismo. Es posible que sin estos eventos, el cristianismo no se hubiera difundido como lo hizo, o incluso que no hubiera emergido como una religión mayor. Quizás Jesús habría continuado su ministerio, llevando sus enseñanzas a más personas y posiblemente cambiando el curso de su mensaje.

Además, sin el relato de la Pasión, la simbología y el sistema teológico del sacrificio y la redención no habrían formado parte de la doctrina cristiana. La figura de Jesús podría haber sido recordada simplemente como un profeta o maestro espiritual, y no como el Salvador. Esto podría haber tenido un efecto dominó en la filosofía, el arte, la cultura y la política a lo largo de los siglos, dado el papel central que el cristianismo ha jugado en la conformación de la civilización occidental.

Sin embargo, estas son especulaciones que dependen de innumerables variables y decisiones humanas, lo que hace que cualquier imagen de «lo que podría haber sido» sea intrínsecamente incierta.

La historia es un tapiz tejido de eventos, decisiones y accidentes, y pequeñas variaciones pueden tener grandes repercusiones. Si en una línea de tiempo hipotética Jesús no hubiese sido crucificado y la doctrina cristiana no se hubiera desarrollado como lo hizo, la historia mundial podría ser irreconocible. Respecto a Cuba y Fidel Castro, es difícil predecir cómo la falta de influencia cristiana podría haber cambiado el desarrollo político y social de la isla. Las raíces de la revolución cubana y la adopción del socialismo por parte de Castro tienen muchas causas, incluidas condiciones socioeconómicas, influencia de la Guerra Fría y nacionalismo. Mientras que las doctrinas religiosas y las estructuras eclesiásticas han influido en la política, los movimientos políticos como el de Castro a menudo emergen de una complejidad de factores más allá de la religión.

Si han leído hasta aquí, es muy probable que estén imaginando que en algún momento voy a decir que Fidel Castro es la reencarnación del mismo Barrabás conocido insurrecto y asesino. Esa es una comparación irónica y creativa. En los evangelios, Barrabás es visto como el beneficiario de una decisión popular que lo libera en lugar de a Jesús. Si se traza un paralelismo satírico, Fidel Castro, al menos en la narrativa de su ascenso al poder, también podría ser visto como alguien que emergió como líder debido a las circunstancias de su tiempo y las decisiones del pueblo. Claro que en la realidad histórica, los factores y consecuencias son mucho más complejos, pero la analogía es un ejemplo intrigante de cómo las figuras históricas pueden ser interpretadas a través de lentes muy distintos.

En la política editorial cubana, como en la historia de Barrabás, las decisiones tomadas por líderes y la respuesta popular a estas pueden tener efectos duraderos y profundos. Si Barrabás representa una elección que cambió el curso de la historia religiosa, su paralelo «tropical» en Cuba, simbolizado por Fidel Castro, también indica cómo una elección afectó la cultura y la libertad de expresión en un país durante generaciones.

Las opiniones sobre la política editorial cubana varían según la fuente, pero hay un consenso general en los medios internacionales sobre las restricciones significativas a la libertad de expresión en la isla. En un editorial de El Periódico, se menciona cómo las manifestaciones de disidencia y los intentos de protesta son reprimidos y coaccionados, lo que impide que se pueda evaluar el verdadero grado de apoyo a los movimientos de cambio político en Cuba. Además, se critica la decadencia de la sociedad cubana, condicionada a sobrevivir con estrecheces y sin la libertad de debatir libremente su futuro, un aspecto que afecta directamente a los derechos fundamentales como el pluralismo político y la libertad de expresión. Estos elementos reflejan cómo el gobierno cubano maneja estrictamente la narrativa y la información, lo que incluye la política editorial y la publicación de obras literarias y periodísticas en el país.

Las restricciones editoriales en Cuba parecen favorecer las publicaciones que están en línea con la ideología de la Revolución cubana y el estado. Los escritores que critican al gobierno o que tienen una perspectiva divergente a menudo enfrentan mayores dificultades para publicar y distribuir sus obras en la isla. Esto está en consonancia con una política cultural que históricamente ha limitado la libertad de expresión y ha promovido la literatura que apoya los valores y objetivos del régimen. La política cultural de Cuba ha tendido a excluir a los disidentes y a aquellos que residen en el extranjero, especialmente en países con los que Cuba tiene históricamente relaciones tensas, como Estados Unidos. Esto se refleja en la política editorial y en la organización de eventos culturales donde la participación de escritores cubanos residentes en EE.UU. puede ser limitada o inexistente, posiblemente debido a sus críticas al gobierno o por representar una narrativa contraria a la ideología del estado cubano.

El discurso Palabras a los intelectuales de Fidel Castro, pronunciado en junio de 1961, aún parece influir en la política cultural de Cuba sesenta años después. Castro estableció una distinción entre los artistas y los líderes de la Revolución, asignando a estos últimos la responsabilidad de dirigir la cultura en función de las necesidades del Estado. Este discurso justificaba la represión cultural como una necesidad para la existencia de la Revolución, lo que otorgaba a la burocracia cultural una discrecionalidad considerable en cuanto a quién se le permitía expresarse y cómo. La polisemia de la «prioridad de existir de la Revolución» se convirtió en una herramienta para controlar y limitar la libertad de expresión, especialmente bajo el socialismo, lo que puede haber sentado las bases para la exclusión editorial de autores cubanos críticos o residentes en el extranjero.

Este control de la cultura y la expresión artística se refleja en la situación actual del mundo editorial cubano, donde persisten problemas estructurales y políticos. La política cultural que se deriva de este discurso histórico y su enfoque en la supervivencia y prioridades del Estado puede contribuir a la marginación de voces disidentes, incluidas aquellas de autores que han elegido vivir fuera de Cuba, a pesar de su éxito internacional.

El sistema editorial de Cuba no publica a autores cubanos relevantes, especialmente a aquellos que residen fuera del país, es preciso mirar más allá de los factores ya mencionados. La política editorial en Cuba no puede desligarse del contexto político y social del país. Es posible que exista una resistencia a publicar obras de escritores que han decidido vivir en el extranjero y que puedan tener perspectivas críticas o divergentes de la narrativa oficial.

La industria editorial, severamente limitada por recursos económicos y materiales, parece priorizar la literatura que alinea con la ideología estatal. Esto no solo afecta la disponibilidad de papel y otros insumos esenciales, sino que también se refleja en una preferencia por géneros como textos políticos o de propaganda, que son vistos como más importantes para la construcción de la identidad cultural y política que el gobierno desea promover.

Además, el aislamiento cultural, producto de años de embargo y políticas internas, ha llevado a un panorama donde la literatura cubana, al menos la que se produce y reconoce dentro de la isla, a menudo queda marginada en el escenario global. La falta de agentes literarios y una promoción deficiente impiden que los escritores cubanos se proyecten internacionalmente, lo cual se agrava si consideramos que los autores en la diáspora a menudo carecen del respaldo institucional necesario para ser incluidos en el catálogo editorial nacional.

Este entramado de circunstancias crea un ambiente que desfavorece la publicación en Cuba de aquellos autores que, desde el exilio, han logrado forjarse un nombre en la literatura global. La situación se ve agravada por una retribución insuficiente para los escritores en la isla, lo que desincentiva la producción literaria extensa y de calidad. En resumen, se trata de un complejo entrecruzamiento de limitaciones económicas, políticas y culturales que definen el paisaje editorial cubano actual.

Hay varios factores que se deben considerar:

  1. Crisis del sector editorial: La industria editorial en Cuba enfrenta una crisis agudizada por la pandemia, con limitaciones en recursos como el papel y una aparente falta de interés por parte del Estado en promover literatura que suele ser crítica con la realidad de Cuba.
  2. Falta de promoción y agentes literarios: Los escritores en Cuba luchan contra la ausencia de una promoción doméstica efectiva y la falta de agentes literarios que puedan crear interés por su literatura en mercados editoriales internacionales. Esta situación dificulta que los escritores cubanos se den a conocer y publiquen en el extranjero.
  3. Escasez de propuestas literarias atractivas: Según el escritor cubano Leonardo Padura, la literatura cubana está en uno de sus momentos más bajos, con una escasez de novelas de largo aliento y una literatura de calidad que sea competitiva en el mercado internacional. La situación económica para los escritores en Cuba es tan precaria que no fomenta la dedicación necesaria para desarrollar grandes proyectos literarios.

En conjunto, estos elementos pueden contribuir a una tendencia editorial que excluye a autores cubanos residentes en el extranjero, posiblemente debido a una combinación de factores económicos, políticos y de mercado que afectan la producción y promoción de la literatura cubana tanto dentro como fuera de la isla.

Muerto Jesús y reinando aún Barrabás existe alguna solución

Para empezar a buscar soluciones a la situación de la política editorial en Cuba, la discusión debería centrarse en la promoción de una mayor apertura y libertad de expresión. Esto incluiría la aceptación de una diversidad de opiniones y la publicación de obras de autores cubanos independientemente de su lugar de residencia o sus puntos de vista políticos. La inclusión de voces disidentes y la disminución de la censura podrían fomentar un ambiente más rico y variado en la literatura y las artes cubanas. Sin embargo, cualquier cambio significativo probablemente tendría que estar acompañado de reformas políticas más amplias dentro de la isla.

¿Liberamos a Jesús y crucificamos a Barrabás?

La metáfora sobre «liberar a Jesús y crucificar a Barrabás» sugiere la idea de elegir entre represión y libertad, particularmente en el contexto de la política editorial cubana. La solución ideal sería crear un ambiente donde la libertad de expresión y la publicación de diversas opiniones sean posibles, donde los escritores cubanos, sin importar su ubicación o ideología política, puedan publicar libremente. Esto sería equivalente a «liberar a Jesús», es decir, permitir que la verdad y la expresión libre florezcan, mientras que «crucificar a Barrabás» podría representar dejar atrás las prácticas de censura y represión.

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