La ínsula idealista de Lezama

Por Pancho Majagua

Un ente abstracto ni equivale a la geografía del habitad ni a ningún tipo de indulto poético nacional. De eso Lezama estaba claro. Si la poesía en lo cubano es ya una definición empírica, dentro del legado tradicional de la poética cubana tal y como lo piensa Cintio Vitier desde la ética, Lezama nunca, desde ese punto de vista, asistirá en el asunto. Pero su poética es tradicional también. Tal y como Heidegger considera al ser, «desde su propia Casa (del Ser)» sin ninguna connotación bio-beligerante, Lezama le retira la base «bio» esencial de origen. Cuando leí las 100 mejores poesías cubana de Lezama comprendí el hecho siguiente: Frenesís constituye toda la tradición poética y resume, por ende, la continuidad del parto Cemí.

En este sentido, en el supuesto ente abstracto de la poyéis se oculta la base de un juego de estructuras lingüística, en que lo visible, cuando Frenesís escamotea la visibilidad de Cemí, se idealiza. Hay un juego trascedente solo en la idea de Lezama, tal y como Lezama se halla imposibilitado de ofrecer una entidad portadora de lo abstracto recurrente en la poesía que se intenta dilucidar.

El idealismo lezamiano no tiene parangón con la idea abstracta del ser, porque según su propia mira en la narrativa de Paradiso y luego en Oppoano Licario no será trascendental en el orden espiritual; lo es en el orden filosófico, que cuesta una ética. La artimaña de Lezama para sabotear la esencialidad de la poética del ser no es novedosa. Recurre al idealismo para falsificar la poética del espacio insular, recurrente ya en el neo romanticismo y la vanguardia cubana. La «insularización» no entra en ningún sitio de la Casa del Ser porque no pretende ser ontológica, sino existencial de viejo cuño. Rabia, desarraigo, angustia por una isla que se ha perdido. Desde el astro ascético se puede ver tan artimaña sabiduría.

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