Por Jose Raúl Vidal Franco
De Ignacio Agramonte decía Martí que “sin más ciencia militar que su genio, organiza la caballería, rehace el Camagüey, mantiene en los bosques talleres de guerra, combina y dirige ataques victoriosos”.
Era un verdadero líder: nacido, no creado. Cuentan que en una ocasión estaba con dos ayudantes y un escolta en medio de la manigua escondiéndose de las patrullas españolas que merodeaban el lugar. Se les había hecho muy tarde para llegar al campamento .
Sedientos y sin alimentos que injerir, pide a sus acompañantes buscar algo de comer en las cercanías con mucha cautela y sin exponerse. Luego de un rato regresan con una guayaba: “Solo encontramos esto, General; es para usted” – le dijo el ayudante. Sin pensarlo, El Mayor la tomó en sus manos y con un cuchillo la dividió en cuatro porciones iguales. La repartió al tiempo que exclama: “Cuatro pedazos entre cuatro, a uno”.
No en balde Martí lo llamó «Diamante con alma de beso»
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