La farándula del futuro (literatura y ética)

Por Ernudis Poulot

¿Por qué un místico hindú, de los más reconocido y destacado de la época contemporánea, dijo en 1985 que Así hablaba Zaratustra se convertiría en la Biblia del futuro? ¿Por qué no un documento de la tradición india, asiática? OSHO sabía lo que decía. Un libro para todos y para nadie. Un Dios que ríe y baila. Un superhombre en el sentido artístico, surfeando en lo imposible. Un funámbulo caminando sobre la cuerda floja. ¿Qué cosas son los deportes extremos? Quien escribe hoy cartas a los amigos poco le importa las reglas. ¿Un individuo o dividuo? Zaratustra no es el individuo que mata al colectivo, al pueblo, sino que trata de enseñar el camino a las cualidades y los misterios del trapecista.

Para Zaratustra el futuro de la humanidad será iluminado por el espectáculo artístico de volatineros farandulero. ¿Qué se oculta detrás del selfi, de la vida como exposición, sino el espectáculo circense donde cada cual luchará por cambiar el samuray por el volante? En vez de un bastón, un arma, un amuleto, el hombre cargará encima con el balancín, prueba simbólica de la gran farándula.  La vida se traducirá, según Zaratustra, en un espectáculo para ejercicios circenses. La vida del hombre no tendría sentido si la raza humana dejase de realizar la mayor obra circense para sobrevivir en la medida que las cosas sobrevivan dentro del espectáculo de la repetición. A la «sociedad del espectáculo» que conocemos hoy por la crítica, le faltó la definición zaratustrana del homo circense.

La cata lirica titulada El funámbulo del poeta francés Jean Genet a su amigo equilibrista Abdalah es de la más estimable ética:

«Colma a tu alambre de la más bella expresión, no de la tuya, sino de la suya. Tus brincos, tus saltos, tu danza – en argot de acróbata: flic-flacs, volantines, corvetas, saltos mortales, volteretas, etc. – Hazlo no para que brilles, sino con el fin de que un alambre que estaba muerto y sin voz, por fin cante. ¡Y cómo te agradará ser perfecto en tu actuación, no por tu propia gloria, sino por la suya!»

 «Y que el público maravillado le aplauda: – ¡Qué alambre tan sorprendente! ¡Cómo sostiene a su bailarín y cómo le ama! A su vez, el alambre hará de ti el más maravilloso bailarín».

De lo dicho depende la ética en el futuro…

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