La distorsión de un delito

Por Ají Guaguao

«Muerte y Patria» (no «patria o muerte», no «patria y vida»)

Así la muerte parió patria. En la capa más antigua de la cultura germánica del periodo merovingio, al que tenemos acceso directo a través de la literatura, encontramos la frecuente comisión de delitos «casi edípicos» coexistiendo con un sentido de la responsabilidad individual que supera al de la civilización helénica en su clímax.

La grandeza tersa de la poesía de Eddie es universalmente reconocida. Surge precisamente de esta yuxtaposición aguda, sin concesiones y sin sentimentalismos del crimen abismal y de la plena conciencia de la responsabilidad de los criminales por su horror. Sin ese contraste, no es posible imaginar una gran poesía del tipo de Eddie.

Si no fuera por el agudo sentido de la responsabilidad y de la retribución merecida y trágica, estaríamos en presencia de hombres y mujeres regidos exclusivamente por la ley de la selva, es decir, no estaríamos en presencia de una sociedad humana en absoluto. Si se suprimiera el crimen primitivo hasta el punto de que el impulso hacia él ya no produjera un conflicto manifiesto, estaríamos en presencia de una sociedad que ha logrado equilibrar la represión y la satisfacción de las pulsiones, es decir, en presencia de una sociedad primitiva inmutable como la que conocemos por el material antropológico.

Es la agudeza de la contradicción entre los extremos opuestos, el asesinato familiar y el incesto, por un lado, la culpa consciente y la responsabilidad por el otro, lo que en el mundo de Eddie suscita una gran poesía de un tipo desconocido en la sociedad genuinamente primitiva. Agreguemos de inmediato que los mismos conflictos, aunque en una etapa de mayor ocultamiento, también dan lugar a una gran religión y a todos los demás logros de una civilización «superior»: Muerte y patria (la muerte al padre).

En realidad, la definición misma de la cultura «superior» frente a la «primitiva» es que la primera, debido a su desequilibrio entre los extremos opuestos, avanza de cambio, en cambio, mientras que la segunda, una vez que ha encontrado su surco, se estanca en una producción repetitiva de equilibrio emocional. En la contradicción extrema entre crimen y responsabilidad hemos encontrado, en todo caso, la fuerza motriz de todo el ciclo de la civilización, mucho más tangible en sus primeros orígenes que en sus ramificaciones posteriores.

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