Por Armando de Armas.

Texto tomado de zoepost.com, originalmente publicado

(https://zoepost.com/la-carcoma-cultural/ 08/06/2023)

De la reforma akenatoniana a la reforma luterana

La carcoma cultural, o cultura woke, no comenzaría la víspera.

No sabemos con certeza cuando comenzó pero quizá podamos, eso sí, intentar situar sus efectos primordiales allá por el Antiguo Egipto, con la reforma o revolución religiosa monoteísta implantada por el faraón Akenatón, quien antes sería influido por elementos exógenos a las costumbres egipcias y que, en apenas 15 años, desestabilizó hasta la miseria y la saciedad y la sed a la sociedad del antes imponente imperio nilótico; al punto que este sólo volvería a renacer con plenitud aproximadamente más de un siglo después mediante la acción decidida, el esplendor militar, la autoridad y el restablecimiento de la autóctona religiosidad politeísta a manos del rey-guerrero Ramsés II.

Otro gran ejemplo del accionar de la carcoma cultural lo encontramos en la caída del Imperio romano, no mediante grandes acciones militares como cabría esperarse sino por efecto de grandes olas migratorias, la decadencia generalizada y la incorporación de divinidades ctónicas, lunares, feminoides y disolutas provenientes del Oriente, al unísono del monoteísmo judeo-cristiano que ganaba espacios no sólo desde abajo, como se cree, sino y sobre todo desde las más altas instancias sociales; donde se infiltra en detrimento de la religiosidad olímpica, solar y viril propia del politeísmo de la cultura indoeuropea.

Luego acontece que cuando el catolicismo, en tiempos del Sacro Imperio romano germano, retoma el olimpismo y de una manera disfrazada, pero efectiva, el politeísmo y las raíces indoeuropeas, la carcoma cultural viene a expresarse entonces en el Renacimiento y la Reforma protestante.

El Renacimiento como un falso, improbable regreso a la Edad Antigua y su religiosidad politeísta, y la Reforma como un retorno al más férreo monoteísmo antiguotestamentario, puerta abierta hacia el poder de los elementos exógenos al Occidente, vía el capitalismo como gracia divina para la salvación del alma, antecedentes que desembocarían poco después en la Ilustración y la Revolución francesa; donde se sustituye sin más la sacralidad de la monarquía por el demonismo de la banca.

En los tres ejemplos del activismo de la carcoma en el devenir histórico, podríamos encontrar al menos tres factores en común: el factor cultural, el factor religioso mesiánico y el factor de los elementos exógenos que se infiltran en el organismo político social que los acoge.

En la modernidad esos grupos exógenos se definirían como internacionalistas y contrarios a todo concepto de nación.

En su libro El Antiguo Egipto, Grijalbo-Mondadori, Barcelona (1989), el autor y arqueólogo británico Barry J. Kemp, afirma que es clara la intención de Akenatón de posicionarse entre el dios Atón y el simple adorador, sin intermediarios, sin sacerdotes en medio, sin clero. Por ende el refuerzo de la autoridad real, ya no en el plano espiritual sino eminentemente político, es un objetivo palpable en los distintos restos encontrados en las tumbas o los altares de los templos.

Pareciera, pues, que entre la reforma akenatoniana y la reforma luterana hubiese un hilo conductor, subtérreo y seductor en el tiempo establecido. Hilo lento pero letal que pareciera conectarse al presente, sobre todo en cuanto a adorar sin intermediarios, sin sacerdotes en medio, sin clero, eliminando así la verticalidad de la fe a favor de su horizontalidad, hacerla inmanente y no trascendente, democratizarla en suma, con objeto de romper las estructuras sociales y religiosas y políticas tradicionales, fragmentar la sociedad y masificar al hombre a través de un individualismo desaforado, pertinaz, despersonalizador y numérico, para al final hacerse con el poder político sobre una feligresía ahora indefensa frente al lobo exógeno disfrazado de oveja liberadora.

Autoritarismo y totalitarismo serían antitéticos

En la Iglesia Católica, tras la Reforma y el Iluminismo, la puntual penetración de la bacteria exógena propició una agresiva agenda para alejar al hombre de lo alto, mediante una humanización o subhumanización sensiblera de lo divino -la Iglesia como ONG y Dios como un amoroso patriarca del materialismo histórico-, que ha terminado por negar a ultranza lo sobrenatural, distorsionar la doctrina eclesial, degradar la liturgia, cambiar la caridad por la ayuda estatal a costa del cobro de elevados impuestos, resquebrajar la jerarquía y apostar por la fealdad en el arte como dogma mercantil de una fe fiduciaria.

De suerte que el objetivo del microbio inserto en el cuerpo social no sería otro que minar la autoridad autóctona establecida por la sangre, la tradición y la tierra durante siglos en una geografía determinada.

De lo que se desprende entonces que autoritarismo y totalitarismo serían antitéticos.

Así toda lucha antiautoritaria sería al final una lucha por el totalitarismo.

En la más reciente historia, el proceder de estos poderosísimos grupos del internacionalismo, ahora globalismo, se hace patente en EEUU desde 1913 al menos, con el establecimiento del usurero Sistema de la Reserva Federal que, debiéramos saber, ni es reserva ni es federal.

Con la Reserva Federal comienza la socialización en serio de América.

Este fraude federal fue una eficaz herramienta por medio de la cual los banqueros internacionales podían llevar la deuda nacional hasta el cielo; recogiendo así enormes sumas de interés y esclavizando a la clientela autóctona. Días antes del envío del Acta de la Reserva Federal, los internacionalistas crearon la mecánica para recaudar las finanzas requeridas con el fin de pagar así el interés de la deuda nacional con diez puntos para socializar la nación. La mecánica no sería otra que el impuesto progresivo sobre la renta. Impuesto que por cierto aparece, y no por casualidad, delineado ya en el segundo renglón del Manifiesto Comunista, escrito por Kissel Mordechai, más conocido por el alias de Karl Marx, y su amigo Federico Engels.

En 2013, tampoco por casualidad, la UNESCO registró el primer tomo de El capital junto con el Manifiesto comunista en el Programa Memoria del Mundo. La ONU y la UNESCO y el resto de los organismos internacionales serían, tampoco por casualidad, instrumentos de la carcoma cultural.

Fases de un mismo plan contra los valores de Occidente

Marxismo, Marxismo Cultural, Freudianismo, Escuela de Frankfurt y Open Society son fases del mismo plan contra los valores de Occidente, financiados por el internacionalismo bancario y promovido por los medios de prensa, la academia, los grandes circuitos del arte -cada vez más degenerado- y las editoriales y sus escribas que al servicio del internacionalismo convierten en sacrosanta verdad científica los espurios espejismos que vienen a desembocar en lo que ahora llamamos cultura Woke.

Sin esas fases del plan no alucináramos al presente con los negociados del cambio climático y el cambio de sexo; por poner dos ejemplos.

De manera que estos imperios financieros han fomentado movimientos intelectuales y políticos influyentes, que han servido a sus intereses al interior y contra las sociedades occidentales contemporáneas.

La Open Society del inefable Soros con sus olas migratorias y su multiculturalismo y su uso de las minorías raciales y sexuales como misiles humanísticos no es un fenómeno de última hora, de suerte que si echáramos un vistazo a los encendidos debates en el Senado y el Congreso de EEUU, y en la prensa, acerca de las leyes de Inmigración de 1924 y 1952, veríamos no sin asombro que los esfuerzos por convertir a la nación estadounidense en un conglomerado internacional dividido en compartimentos estancos bajo el manto del Melting Pot, casi Pol Pot, ha sido una dogmática persistente de estos plutócratas internacionales.

¡Has lo que yo digo, pero no lo que yo hago!

Curiosamente estos grupos plutocráticos que abogan por el pluralismo cultural, funcionan en su seno como logias selladas y secretas e inmunes a todo trance, y a veces en trance, a la más mínima pluralidad. Curiosamente también siendo materialistas, materialistas históricos y materialistas financieros, son por otro lado mesiánica y demoniacamente religiosos. Por lo que se equivoca de medio a medio el observador en pose racionalista que no entienda el hecho de que, para ellos, el dinero no es un fin en sí, sino un medio para un fin; el fin de un gobierno global con una religión global encabezado por una élite que quiere para el pueblo lo que no quiere para ella.

¡El clásico has lo que yo digo, pero no lo que yo hago!

Vendiendo como libertad todo lo que lleva a la esclavitud.

Vendiendo como salud lo que es enfermedad.

En ese sentido es interesante analizar hasta qué extremo una poderosa corriente de la sociología surgida de Marx para acá se ha ocupado con diligencia de enfatizar, y exaltar, el conflicto no ya entre las clases sociales sino entre blancos y negros, y no ya entre blancos y negros sino entre hombres y mujeres, y no ya entre hombres y mujeres sino entre heterosexuales y homosexuales, de suerte que sucede así una delirante fragmentación de la sociedad y sus costumbres.

Mientras los amos de la carcoma permanecen unidos y ungidos en loor de santidad dentro de sus selladas logias.

Operando bajo la subvención de las fundaciones Ford, Carnegie y Rockefeller, todas ellas entrelazadas con el tristemente célebre Consejo de Relaciones Exteriores, fundado en 1921, una pléyade de científicos, desde geógrafos y psicólogos conductuales hasta científicos naturalistas, biólogos, bioquímicos, agrónomos y estudiosos del cambio climático, hacen perennes planes para el control de la humanidad como en la proverbial Granja de Orwell.

El juego de engañosos espejos

La inoculación de la carcoma dentro de las escuelas, los sindicatos, la medicina, los movimientos sociales y las iglesias, actuó así de acuerdo con las pautas estratégicas del supra poder internacional, de manera que contribuyó decididamente en la gestación y desarrollo de los sustanciales cambios culturales y políticos experimentados por las sociedades occidentales durante la segunda mitad del siglo XX.

Esa sofisticada socialización ha funcionado como un juego de engañosos espejos.

De suerte que ha llegado a crear un monstruo de conservadurismo que termina por cumplir lo que antes los liberales habían prometido, como es el caso del falsario presidente derechista Richard Nixon quien, contra todo pronóstico, impulsó un aumento radical de la socialización estadounidense mediante el control de precios y salarios, obligó a la integración racial, estableció la Agencia de Protección al Medio Ambiente, suspendió el patrón oro y transformó al dólar estadounidense en una moneda fíat o fiduciaria. Mientras en el plano internacional terminó la intervención de EEUU en la Guerra de Vietnam, en 1973, con una desastrosa y vergonzante retirada de las tropas, sólo comparable a la desastrosa y vergonzante retirada de las tropas de Afganistán por parte de Joe Biden, en 2021, suspendió el servicio militar y, en 1972, visitó con bombos y platillos a la China comunista, inició las relaciones diplomáticas con el antiguo enemigo y lo sentó sin más en la ONU. A partir de lo cual ocurre la transformación acelerada de la agraria dictadura asiática en una potencia de primer orden en el mundo, capaz, por ejemplo, de donar desinteresadamente al menos 30 millones de dólares a la familia Biden e infiltrar con los Institutos Confucio a las universidades estadounidenses.

Ese mismo año Nixon firmó un desventajoso tratado con la dictadura soviética para la disminución de los sistemas de Misiles Antibalísticos.

Luego en ese plan el establishment bancario rota los espejos por arte de birlibirloque y aparece, ¡ay qué miedo!, el movimiento de los neoconservadores estadounidenses, que ni son nuevos ni son conservadores, y tampoco estadounidenses, sino internacionalistas, de manera que ese movimiento sustituye, al menos ante los medios de prensa y las universidades, al conservadurismo oriundo del profundo Oeste del país y establece los límites de lo que ha de ser la derecha.

Lo que viene a significar una derecha más conveniente que conservadora; de suerte que no elimina a los auténticos reaccionarios, sino que los sustituye.

¿Teoría de la conspiración?

¡No, hombre, constatación de la conspiración!

Tan reciente como en abril de este año 2023, el CEO de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, pide en la carta anual a sus accionistas que el gobierno de Biden empiece por apoderarse de la propiedad privada de los ciudadanos estadounidenses para promulgar iniciativas climáticas mientras aún haya tiempo para evitar los “desastres climáticos”.

En su carta, que promociona los éxitos de su financiera en 2022 y brinda a los accionistas una visión de futuro, Dimon argumentó que podría ser el momento de justificar el dominio eminente sobre la propiedad privada en Estados Unidos para aliviar la crisis climática.

Dicho lo anterior, hay que decir también que la carcoma cultural sólo penetra al cuerpo de una nación o imperio cuando este ha bajado previamente su inmunidad; los organismos sanos no admiten microbios.

La carcoma-Woke y la cultura isleña

¿Cómo se relaciona pues, se preguntarán los asistentes a esta Convención de la Cubanidad, la carcoma-Woke con la cultura isleña?

Consideremos que el comunismo no sería otra cosa que el arma más letal con que ha contado la carcoma para actuar contra Occidente.

Según se aprecia en el documentado libro El soviet caribeño, publicado en 2018 y escrito por el investigador cubano César Reynel Aguilera, ya en diciembre de 1919 se funda en La Habana la Sección Comunista de Cuba, tras el encuentro entre el estadounidense Charles Shipman y el criollo Marcelo Salinas y, en 1924, llega a la capital caribeña, sin hablar español y enviado por el Comintern, el polaco de origen judío Fabio Grobart para, en 1925, liderar la fundación del Partido Comunista Cubano.

Grobart sería luego la sombra y el sostén del inepto y mentalmente desequilibrado Fidel Castro para que este pudiera fungir de capataz, por encargo de la carcoma internacionalista, en la implementación del marxismo en la isla y su posterior exportación al resto del hemisferio.

Creo haber demostrado en escritos anteriores, más allá de las dudas razonables, que la revolución castrista se hizo más en los grandes medios de prensa estadounidenses, sobre todo New York Times, y en la prensa criolla, sobre todo la revista Bohemia -ambos al servicio de las finanzas internacionales- que en la folclórica Sierra Maestra.

Como ahora en Occidente, antes en la isla los medios de comunicación y las universidades fueron tomadas por la izquierda al servicio de la usura no en 1959, como suele creerse, sino desde el comienzo mismo de la República. Pero aún antes, pues recordemos que la intervención americana en la Guerra de Cuba, en 1898, fue el primer conflicto armado del mundo en el que la acción militar fue precipitada por la propaganda de los medios de comunicación; con el exacerbamiento del sentimentalismo amarillista en la población estadounidense.

Así, como anticipo de lo que acontecería en 1959, la independencia de Cuba se debe menos al machete mambí al servicio de la patria que a la prensa norteña al servicio de la banca.

Por cierto, si miran con detenimiento a la actual oposición anticastrista, tanto en la isla como en el exilio, verán pues ese denodado esfuerzo para, como en los ejemplos de Nixon y el Neocón, sustituir a la derecha real por una derecha falsa, una que siendo aceptada y promovida, establece los límites de cómo ha de ser la derecha con derecho a la aceptación y el financiamiento y, en consecuencia, a la presencia mediática; cuasi mesiánica.

De suerte que, ante los asombrados ojos de Occidente, se aman y amalgaman en la noche de neón el internacionalismo bancario y el internacionalismo proletario, una y la misma cosa, Cosa Nostra, es decir, de Ellos, negada a la trascendencia en su sinuoso camino hacia la materialista nada; La Habana como futuro de Nueva York o París.

¿Sería alguien tan tonto para creer que Díaz-Canel manda en la isla?

¿Sería alguien tan tonto para creer que Biden manda en EEUU?

Cuba no sería más que el exitoso campo de experimentación de lo que la carcoma cultural pretende al presente imponer en Norteamérica.

¡El protomártir Akenatón no sacrificó a su pueblo en vano!

Texto leído en la Sexta Convención de la Cubanidad, ChateauBleau Hotel, 1111 Ponce de León Blvd, Coral Gables, FL.

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