En este libro hay un punto que debiera tratarse con mayor agudeza por parte de los estudiosos martianos: la melancolía es capaz también de epojé estética. Carlos Ripoll fue y sigue siendo el autor exiliado que más trabajó la obra de José Martí. Publicó una decena de libros y este estudio, su último aporte. ¿Qué lo llevó a interesarse sobre el estado de ánimo, el déficit psicológico, la melancolía en Martí? Ripoll buscaba descifrar en toda su magnitud el “conocimiento de la vida en José Martí”. La vida en su aspecto psicológico y sentimental. No hay en un solo rincón -asegura Ripoll- de la obra de Martí que no se mencione la melancolía desde el nacimiento hasta la muerte. Y en cierto sentido también la melancolía como productividad y beneficio.
Ripoll cita un párrafo de la obra de Martí que me gustaría comentar:
“El ritmo de la poesía, el eco de la música, éxtasis beatifico que produce en el ánimo la contemplación de un cuadro bello, la suave melancolía que se adueña del espíritu después de estos contactos sobrehumano, son vestimentos místicos, y apacibles augurios de un tiempo que será todo claridad. ¡Ay, que esta luz de siglos le ha sido negada al pueblo de América del norte!”.
Esta disposición psicología melancólica en Martí, que se produce en el ánimo de la contemplación, se puede considerar también una ‘epojé estética’. Un espacio para la teoría del arte y la literatura. Como señala Ripoll, desde el comienzo de la civilización, la enfermedad humoral reveló que el problema mismo del influjo de la ‘bilis negra’ sobre otra bilis corporal (sangre, flema y bilis clara), cuyo estado de ánimo se le denominó melancólico. Y se creyó, por consiguiente, que la plétora ‘bilis negra’ se presenta como un estado de ánimo en una confusa impotencia interactiva en aquellos sujetos impregnado de pesadumbre.
La cita de Martí se aparta de esa tendencia psico-humoral, y resalta un punto importante de la creación estética y el pensamiento abstracto. La melancolía en este sentido, en que Martí se expresa, pugna bajo un pendencia sin objeto.
!Patria! La melancolía no se produce por algo, sino manifiesto por emociones de pérdida sin causa identificable. Percibe como si América del Norte le falta algo relevante. Siente la pérdida de un sostén, un estado de ánimo que se pregunta por qué estoy en esta tierra de exilio, lo cual produce por fuerza una contemplación: ‘vestimentos místicos’ (“la suave melancolía que se adueña del espíritu después de estos contactos sobrehumano”).
Sin proponérselo, Martí poeta, esteta, pensador y melancólico, se provee de una epojé estética. La retirada a su interior forzado a realizar, de vida o muerte, el tránsito del ‘alejamiento ex-istencial’ por el camino de distancia metódica. Transforma el usual paso positivista e empirista en un paso promotor de teoría. La teoría de que el alejamiento del mundo permite ver lo que no se ve a simple vista.
Alguien dijo que todo hombre excepcional ha sido melancólico. En él se junta penetración intelectual y pesimismo de ánimo en una ‘síntesis creadora’. De hecho, los que se apartan del mundo según esta naturaleza parecen elegidos a ser irrumpidos por visiones, sueños y súbitas ocurrencias.
Un melancólico así puede escribir el Diario de Campana de Cabo Haitiano a Dos Ríos.
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