Inside Llewyn Davis

Por: Rafael Piñeiro López

Los hermanos Coen son, en buena medida, cronistas de la vida americana, de sus nimiedades y grandezas, de sus absurdos y certezas. Hacedores de grandes obras de la cinematografía mundial como Blood Simple, Miller’s Crossing, Barton Fink, Fargo, The Big Lebowsky, No Country for Old Men, True Grit y The Ballad of Buster Scruggs, Joel y Ethan Coen trascenderán en la historia del arte como los arquitectos de un legado que es reflejo de la figura imaginaria (y real) de la América mítica. Poco puede hablarse, como ya he escrito alguna que otra vez, del cine norteamericano en los últimos treinta años sin mencionarlos con devoción y con respeto.

Con Inside Llewyn Davis (2013) la historia se repite. Un fracasado cantante y compositor de música folk (fracasado en lo profesional y lo personal), un gato amarillo omnipresente, un sinfín de relaciones rotas, se acomodan dentro de las fronteras de los patrones estéticos típicos de los Coen (música country como background fundamental de cada escena, personajes desolados y típicamente americanos, situaciones que bordean el absurdo desde la cotidianidad más simple) para legarnos una pieza simple, conmovedora, intensa, donde reina la quietud de la desesperanza y de la dureza de la vida.

Lo peor es que, a trancos, Inside Llewyn Davis no nos recuerda a los hermanos Coen. Se echa de menos por momentos el humor cáustico y el filo de la locura atosigando el pescuezo de sus antihéroes, aunque el propio personaje principal (encarnado con presteza por Oscar Isaac) pertenezca a la misma raza de desadaptados que pueblan el universo coeniano. A favor, sin embargo, debemos apuntar la profundísima tristeza, hermosa como todos los temores, que emana del metraje desde un inicio; y el fugaz y trascendente personaje interpretado por John Goodman (uno de los varios actores fetiches del dúo creador), insoportable músico de jazz que estudió santería con Chano Pozo en New York, y que se nos revela como un verdadero vacilón, carácter formidable allí donde los haya.

Para los amantes de la pureza del cine, de la América profunda, del estilo inconfundible de los hermanos Coen, esta Inside Llewyn Davis es una pieza vital e imprescindible que ayuda a redondear el universo soberbio de sus realizadores. Terminarás perdonando sus errores y flaquezas porque, después de todo, las buenas obras ya no abundan.

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