Por ACDV
La historiografía cubana de los siglos XV al XVII evidencia una marcada laguna en cuanto al estudio detallado de la vida socioeconómica de las regiones periféricas, en particular las áreas centro-orientales. Este vacío historiográfico refleja un énfasis desproporcionado en La Habana, cuya posición privilegiada como centro comercial y político dominó la narrativa histórica de la época.
Durante este periodo, correspondiente a las primeras fases de la colonización, la atención de las autoridades coloniales, cronistas y administradores se concentró en la capital, relegando a un segundo plano a los territorios más alejados. Las regiones periféricas, lejos de la infraestructura y el comercio centralizados, permanecieron en la penumbra histórica, sus dinámicas sociales y económicas apenas mencionadas en los documentos coloniales.
La escasez de estudios sobre estas áreas no solo limita nuestra comprensión de su papel en el proceso de consolidación del sistema colonial, sino que también genera una visión incompleta del devenir histórico cubano. Las zonas rurales, habitadas por pequeños productores, trabajadores forzados y comunidades indígenas en proceso de asimilación o desplazamiento, ofrecen un campo de estudio que permitiría matizar las narrativas predominantes y arrojar luz sobre las interacciones sociales y económicas más allá del ámbito urbano y mercantil de La Habana.
La marginalidad de estas regiones se refleja en la limitada información sobre su organización económica, basada principalmente en la ganadería, la explotación forestal y los cultivos básicos destinados al autoconsumo o al mercado local. Además, el dominio de familias terratenientes y la dependencia de una mano de obra mayoritariamente esclavizada apuntan a una complejidad social que aún está por estudiarse en profundidad.
La concentración historiográfica en la capital ha dejado sin explorar las experiencias de las comunidades que habitaban estos espacios periféricos. Comprender su realidad requeriría un análisis más exhaustivo de las fuentes documentales existentes, así como una reevaluación crítica de las interpretaciones tradicionales que han perpetuado una visión limitada del pasado colonial cubano. Solo entonces se podrá construir una narrativa más inclusiva, capaz de abarcar las múltiples dimensiones y desafíos de la vida en estas regiones apartadas.
Un Ejemplo de Desatención: El Poblamiento en el Siglo XVII
El proceso de poblamiento en el siglo XVII constituye un claro ejemplo de las omisiones historiográficas que han marcado el estudio de las regiones periféricas en Cuba. Según el análisis de Juan Pérez de la Riva, durante la segunda mitad de este siglo se configuraron modelos sociales y económicos que reflejan una realidad histórica de considerable relevancia. Levi Marrero, en su obra Cuba, economía y sociedad, subraya las marcadas diferencias en las dinámicas de poblamiento entre el occidente y el oriente de la isla, caracterizadas por una economía autárquica y manufacturera orientada al mercado interno en la región oriental.
El historiador Ramón Legón, en Holguín: Origen y desarrollo hasta 1868, destaca el impacto de las transformaciones administrativas vinculadas a la separación de Holguín del núcleo principal de Bayamo durante el siglo XVII. A partir de un exhaustivo análisis de protocolos notariales, Legón evidencia cómo familias provenientes de Bayamo, Jiguaní y Santiago de Cuba desempeñaron un papel determinante en el poblamiento de Holguín, desmantelando grandes explotaciones ganaderas y estableciendo nuevas haciendas dedicadas a la cría de ganado y al comercio interno. Este fenómeno fue definido por Julio Le Riverend en Problemas de la historia agraria de Cuba como «la conquista del interland», un proceso de expansión territorial liderado por ganaderos y hacendados dentro de la jurisdicción de Bayamo.
Formación Genealógica y Desarrollo Socioeconómico
En la introducción a la biografía de Nicolás Joseph de Ribera Descripción de la isla de Cuba con algunas consideraciones sobre su población y comercio (1756), Olga Portuondo identifica la formación genealógica de las familias como un factor esencial en el poblamiento temprano del Departamento Oriental. Este proceso estuvo estrechamente vinculado al surgimiento del patriciado criollo y su influencia en el desarrollo socioeconómico de la región. Jorge Ibarra, en su estudio Regionalismo y esclavitud patriarcal en los Departamentos Oriental y Central de Cuba, destaca que, hacia finales del siglo XVIII, las áreas de Holguín, Bayamo y Las Tunas se encontraban profundamente ancladas en un sistema patriarcal sustentado por extensas haciendas ganaderas bajo el control de familias de notable influencia local.
Exploración Genealógica: Perspectivas Recientes
Una aportación contemporánea a este campo se encuentra en el libro de William Navarrete, Primeras familias, poblado y ciudad. San Isidro de Holguín. Estudio de genealogía cubana. Esta obra, próxima a ser presentada en Miami, profundiza en los orígenes fundacionales de Holguín, ofreciendo un análisis exhaustivo de los primeros habitantes y sus linajes familiares.
Navarrete reconstruye la evolución de los asentamientos iniciales, desde la ermita levantada en 1692 en la hacienda Managuacos, pasando por su traslado en 1709 al hato de Las Cuevas, hasta su establecimiento definitivo en 1719 en el hato de Holguín, bajo el patronazgo de San Isidoro. A través del análisis de registros de bautismos, matrimonios y defunciones de la iglesia de San Isidoro, el autor revela las estructuras sociales y económicas que definieron las primeras generaciones de la región.
Relevancia de la Genealogía en la Historiografía Cubana
El estudio de William Navarrete resalta la importancia de las genealogías familiares como fuentes primordiales para el entendimiento histórico. Gloria García, junto a otros historiadores como Julio Le Riverend y Hernán Venegas, ha señalado el valor inestimable de estas fuentes en la reconstrucción del pasado cubano. La obra de Navarrete no solo legitima la historia de Holguín, sino que también ofrece a sus habitantes una comprensión más profunda de sus raíces y de las dinámicas sociales que moldearon su identidad.
Para quienes deseen explorar en detalle los orígenes de Holguín, incluyendo aspectos genealógicos, económicos y familiares, el libro de Navarrete, disponible en Amazon, se presenta como una contribución fundamental al estudio de la Cuba colonial.
Las Fuentes sobre el Fundador del Hato de Holguín
La historia del fundador del hato de Holguín en el siglo XVI, Francisco García de Holguín, se encuentra marcada por una serie de incertidumbres y contradicciones que emergen de las fuentes tradicionales. Dos obras fundamentales, Memoria sobre el origen del hato de San Isidoro de Holguín, de Diego de Ávila Delmonte, y Holguín. Su creación y su desenvolvimiento hasta 1799, de José A. García Castañeda, son puntos de referencia esenciales en los estudios sobre este tema.
De acuerdo con Diego de Ávila Delmonte, Francisco García de Holguín fue uno de los cien españoles que acompañaron a Juan de Grijalva en la expedición a México en 1518. Tras su retorno a Cuba en 1523, Velázquez lo recompensó con tierras y otros beneficios, entre los cuales figura el fundo de la Costa Norte de Bayamo, el cual fundó en 1545, bajo la advocación de San Isidoro.
Por su parte, García Castañeda presenta una versión distinta, en la cual sostiene que García de Holguín heredó el hato originalmente fundado por Bartolomé de Bastida, asociado de Diego Velázquez de Cuéllar. Según esta versión, García de Holguín se asentó en San Salvador de Bayamo, donde ocupó el cargo de alcalde ordinario en 1515, y fundó el hato de Holguín en 1545, igualmente dedicado a San Isidoro. García Castañeda corrige la versión de Ávila Delmonte, afirmando que García de Holguín no participó en la expedición de Cortés, sino en la de Narváez, y que no recibió tierras de Velázquez, quien ya había fallecido antes de su regreso a Cuba.
Ambas fuentes coinciden en que García de Holguín contrajo matrimonio con Isabel Fernández Vallero en 1537, y que su hija, Juana García de Holguín Fernández Valero de Sandoval, se casó con Rodrigo López de Mejía en 1573. No se aprecian discrepancias significativas en cuanto a los detalles sobre la descendencia de Juana.
Sin embargo, estas narrativas históricas suscitan varias interrogantes. Se plantea la pregunta de por qué García de Holguín, quien aparentemente había adquirido tierras y obtenido cargos en México, optó por regresar a Cuba, una colonia empobrecida en el siglo XVI. Asimismo, surgen dudas acerca de la edad en que García de Holguín contrajo matrimonio. Si llegó al Nuevo Mundo como conquistador en 1501, tendría al menos 50 años al momento de su matrimonio en 1537, lo cual resulta poco probable.
Estas cuestiones invitan a una reflexión más profunda y al análisis de fuentes adicionales, con el fin de comprender mejor la figura de García de Holguín y su influencia en la conquista tanto de Cuba como de México.
Investigación en Archivos y Nuevas Perspectivas
En el marco de esta compleja narrativa histórica, se destaca la participación de Diego Holguín en la expedición de Pánfilo de Narváez y su posterior integración en la armada de Hernán Cortés. No obstante, cabe señalar que, según las evidencias, Diego Holguín no pudo haber estado presente en la captura de Cuauhtémoc en 1521, ya que en ese momento se encontraba en Cuba. La denuncia presentada en Santiago de Cuba, junto con los testimonios de Diego Holguín y otros testigos, establece que el descubrimiento de San Juan de Ulúa corresponde a Grijalva, lo cual entra en contradicción con la versión tradicional que atribuye dicho descubrimiento a Cortés.
Las probanzas de Diego Holguín, apodado «El Viejo», ciudadano de Ciudad Real en la provincia de Chiapas, se encuentran resguardadas en un archivo en Sevilla. En estas probanzas, Holguín solicita compensación por los servicios prestados y por los indígenas y esclavos que le fueron despojados. Se documenta su participación en las conquistas y exploraciones de la Nueva España, junto a figuras como Diego Colón, Pánfilo de Narváez y Hernán Cortés, recorriendo La Española y Cuba, hasta establecerse en Chiapas.
Se menciona, además, a los dos hijos ilegítimos de Diego Holguín, Diego y Francisco Holguín. De acuerdo con los historiadores Jorge Lardé y Larín, y José María Vallejo García-Hevia, Diego Holguín desempeñó un papel fundamental en la fundación de San Salvador, en El Salvador. Se especula que su hijo Francisco Holguín podría haber sido el responsable de la fundación del hato de Holguín. Además, surge la posibilidad de que el Diego Holguín que contrajo matrimonio con Isabel Fernández Valero de Sandoval y tuvo una hija llamada Juana no sea el mismo que el conquistador El Viejo.
La investigación ha dirigido su atención a un archivo denominado Patronato, 60, N.4, R.3, donde se conservan los méritos y servicios de otro Diego de Holguín, quien arribó a la Nueva España hacia 1521. Este Holguín participó en la conquista de las provincias de Michoacán, Colimán, Jalisco y Tepique, junto a Francisco Cortés y Gonzalo de Sandoval. Tras estos servicios, asumió el cargo de alguacil mayor de la villa de Colima y regidor. Hernán Cortés, el marqués del Valle, certifica que Diego de Holguín tiene más de 60 años, nació en Cáceres, está casado y tiene varios hijos.
En el mismo archivo se menciona a García de Holguín, un conquistador español que participó en la conquista de México con Hernán Cortés. Según las crónicas de Bernal Díaz del Castillo, Holguín era amigo cercano de Gonzalo de Sandoval y capitán de un bergantín. Fue él quien apresó a Cuauhtémoc, el príncipe azteca, bajo las órdenes de Sandoval. Posteriormente, formó parte de la expedición de Pedro de Alvarado al Perú en 1534 y fue uno de los fundadores de la ciudad de Trujillo, donde falleció hacia 1559.
Conclusión
Una vez concluida la investigación para esclarecer si el fundador del poblado en el hato de Holguín fue el padre o el hijo, se aborda el núcleo central de la obra. En este apartado se presenta la genealogía, detallando los matrimonios y descendencia de la familia Holguín entre 1730 y 1766. Los registros, ordenados cronológicamente, están acompañados de notas aclaratorias que revelan los lazos familiares y la relación de la familia con propiedades rurales y urbanas. Cada nombre registrado se encuentra respaldado por la fecha de bautismo, su origen étnico y la relación con la propiedad de la tierra.
Durante los 36 años que cubre la genealogía, se establecieron más de 500 vínculos matrimoniales y se registró una considerable descendencia. Estos datos reflejan un rápido crecimiento poblacional en el hato de Holguín, así como un incremento en la subdivisión de las propiedades, a medida que emergían nuevas formas de tenencia de la tierra.
.Importancia de la Genealogía en la Historiografía Cubana
El trabajo de William Navarrete ofrece una visión profunda del proceso de asentamiento y de las familias que contribuyeron a conformar la identidad local de Holguín. Gloria García, Juan Pérez de la Riva y Hernán Venegas subrayan la relevancia de las genealogías familiares como fuentes cruciales para la investigación histórica.
Navarrete asegura que la ciudad de Holguín preserve su legitimidad histórica y que los habitantes de la región puedan comprender con mayor claridad sus raíces. Su meticuloso estudio revela cómo la genealogía y la historia familiar han sido determinantes en la formación de la identidad local.
Para una comprensión más detallada de los primeros habitantes de Holguín, sus apellidos, la influencia económica y la ramificación familiar, se recomienda la adquisición del libro de Navarrete, disponible en Amazon.