«For A Few Dollars More»

Por: Rafael Pineiro López

He «volvido»… con esto:

¿Quién le iba a decir al “bueno” de Klaus Günter Karl Nakszynski (Klaus Kinski), quien estaba literalmente loco, que tras Clint Eastwood encender un fósforo en su canana arqueada en aquella “For A Few Dollars More” de Leone, se convertiría en uno de los mitos malditos de la cinematografía? La propia Fitzcarraldo (1982) ayudaría a acrecentar su leyenda terrible. De hecho, de acá salió aquella historia de que uno de los nativos que trabajaba como extra en el filme se ofreció a asesinar a Kinski, pero luego de analizarlo un trecho, Herzog desistiría, pues tenía que completar su obra.

Jason Robards, asociado también a Leone por la formidable Once Upon Time in the West, fue el primer elegido para el rol de Fitzcarraldo, pero la mala (¿o buena?) fortuna terminó por enfermarlo de disentería, y entonces tuvo Herzog que apelar nuevamente a su demonio propio, el tostado y magistral Klaus Kinski. La hechura de la obra es de las más míticas en la historia del cine, lo que ya coloca a Fitzcarraldo en el imaginario de las piezas malditas. La subida real y a pulso de un barco de vapor por la colina Fitzcarraldo, en la cuenca del rio Ucayalí, la muerte de algún actor y las enfermedades de otros, los arranques de ira de Kinski, el borrado inmisericorde de Robards y su asistente Mick Jagger, todos son parte de la leyenda, que es realidad más que cualquier otra cosa.

El mítico Roger Ebert diría alguna vez que “The movie is imperfect, but transcendent» y yo no puedo hacer otra cosa que estar de acuerdo, a pesar de sus múltiples imperfecciones. A veces, el arte se compone de otras cosas.

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