Cuba 11 julio 2021

Cuba 11 julio 2021

Explotó la olla de presión

Por María Llarás

Parece que fue hace mucho cuando aquel 11 de Julio de 2021 explotó la olla de presión, que todas conocemos como Cuba.

Yo chismeaba mis redes sociales como de costumbre y con las seis horas que nos diferencian, y creo que fue el día 11 de julio, pero en la noche, cuando empecé a ver todo mi Instagram inundado de videos dónde el pueblo cubano había salido a las calles.

A las doce de la noche vi que mis conocidos y amistades cubanas que residían en Barcelona habían ocupado la acera de paseo de gracia donde se ubica el consulado cubano. Aquello era una fiesta. Vi videos dónde la cantaban a la caridad del cobre, o la canción de «bajanda» de nuestro querido Chocolate.

Sentí alivio, sentí dolor y sobre todo una incredulidad de que por fin con mis 28 años pudiera ver algo que siempre había anhelado: la revelación del pueblo cubano en su máximo esplendor.

Enseguida hablé por los grupos de WhatsApp de CDR Martica Salazar, No soy nadie sin ustedes, Familia Felis, Pinga Submarina y contactos varios. Nos enviábamos testimonios, videos y mensajes de personas que teníamos en la isla.

Durante toda la semana del 12 al 18 de julio estuve asistiendo todas las tardes religiosamente delante del consulado cubano en Barcelona. La primera vez que fui, fue un lunes y acudí a la cita con mi hermano, íbamos en moto y aparcamos en la calle Aragón esquina Paseo de Gracia. Recuerdo que los dos sonreíamos cuando nos fuimos acercando al tumulto de personas. Llegamos sobre las 15 horas, todavía éramos pocos. Cada día había más personas y sobre todo cuando empezaba a anochecer porque salían del trabajo.

Algunas veces a nuestros gritos de: «Patria y vida», «ya vienen llegando», o «comunismo pinga» se nos enfrentaban o unían más personas. Todo depende de los adeptos o detractores que bajaran a esas horas por el transcurrido Paseo de Gracia.

Jamás gritamos el cántico que se oía en Cuba «policía pinga», porque creíamos que era una ofensa para los Mossos de Esquadra, que tan bien se estaban portando con nuestra rebelión. Había muchas caras conocidas para mí y otras que ya se tornaron amigables con el transcurso de los días. 

Como todo en la vida, se empezó a hacer un uso partidista del conflicto en Cuba y los cubanos que radican en España también tomaron posiciones políticas sobre el asunto.

Los partidos políticos españoles y catalanes sacaron pecho y otros escondieron la bandera. Algunas veces las manifestaciones pacíficas de Paseo de Gracia terminaron con tonos altos y aspavientos. Decidí no ir más. Sobre todo, porque se notaba como se fragmentaba cada vez más la unión que había sido espontanea.

Para mí, la revolución del 11J marca un antes y un después. Muchas personas jóvenes, que no han vivido la revolución del 59 salen a las calles porque no se sienten representadas por un gobierno dictatorial y una vez han tenido acceso a internet, quieren ser simples jóvenes corrientes del planeta: con sus derechos a la vivienda, al trabajo, a la libertad de expresión o a irse de vacaciones a cualquier parte.

¿Por qué hablo en este caso de las personas jóvenes?, porque son las que más uso tienen de las redes sociales y las que empezaron a articular a través de un grupo de Facebook las primeras manifestaciones. Gracias al uso de la tecnología se pudieron ir uniendo a otras personas que fueron saliendo y así dar paso al 11J.

Ahora bien, considero que es muy difícil articular un o varios movimientos políticos en Cuba que puedan dar paso a una transición democrática, ya que hay poco conocimiento de la democracia, de la política y del tejido asociativo en la isla y tampoco hay una alternativa clara a lo que hay ahora.

Por tanto, es fundamental que la gente siga demostrando su descontento con el régimen actual, pero creo fundamental que habría que empezar a articular movimientos sociales que puedan dar paso a una transición política democrática.

Hemos visto como los cubanos pueden luchar por derechos LGTBIQ+ o animalistas. Si son capaces de ir creando movimientos para defender ciertas problemáticas ya es un gran paso para ir formándose como nuevos ciudadanos que den paso a nuestras nuevas estructuras de poder.

Considero difícil la tarea del cambio en la isla, sobre todo por las opiniones forjadas y forzosas de los que ya están fuera. Es importante que los que habitamos fuera demos ayuda y apoyo a su cambio, pero sin condicionarlo y trasladarles las experiencias negativas que ya tenemos con nuestros propios sistemas políticos.

Que Cuba no sea una España dos, o un mini Estados Unidos, depende de todas.


María Llarás es graduada en Ciencias Políticas y de la Administración por la UB, Postgrado en Comunicación y Liderazgo Político por la UAB y Master en Protocolo, Relaciones institucionales y eventos estratégicos por la Universitat Blanquerna

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