¿Es imposible la unidad en el exilio cubano?

Por Antonio Ramos Zúñiga

Hoy, en ocasión de la conferencia anual conservadora en Washington (24 febrero, 2024), a la cual fue invitada Latinoamérica, (1) me atreví a deslizar por qué ninguna organización del exilio  cubano es invitada a las cumbres políticas conservadoras y de derecha de Estados Unidos y destaqué la necesidad de unirnos en el exilio para conseguir que se nos invite, como merecemos. Enseguida recibí comentarios en mi boxmail que me hicieron pensar. Borré los que contenían insultos histéricos, pero en todos existía un razonamiento, sentencia o convicción preocupante, que es esta resumida: somos un exilio caótico, HP, una mezcolanza indisciplinada, emocional, patológica, en la que ser presidente de algo, cacique o paniaguado, es el objetivo de toda politiquería, más que la búsqueda de la libertad. Un comentario lógico, pero negativista, me aclaraba que el exilio no es un partido ni un gobierno. Otro, que me pareció interesante, decía:  “No somos un mismo pueblo, no somos judíos”. El más interesante, de tono excremental, decía tajante: “Oye comemierda, el exilio no existe, aquí manda Castro”.  Se podría escribir un libro acerca de las singularidades coprológicas que pueden inventar las cabezas desmoralizadas, pesimistas o tóxicas. Cualquiera que no conoce a los cubanos, no podría entender estas y otras reacciones, propias de la baja autoestima, la negatividad, la influencia castrista  y el peso desalentador de los años.

Teorizando lo dividido

Voy por pasos. No toda convicción refleja necesariamente la realidad o la verdad, y no soy nadie para explicarlo. Vayan a Freud, a Jung, a Kafka, Dostoyevski, Celine, a los primeros pensadores griegos, a Lulio, a Nietzsche cuando estaba lúcido y miraba una flor nacer en el desierto… ¿Se han leído el antiguo testamento o lo que decía Einstein de la idiotez y de los repelentes transeptos que se alejan desintegrándose donde no hay tangencia? ¿Qué es lo que segrega desunión y qué elemento cohesiona la masa con la energía? Si con Ortega y Gasset la masa se vuelve bloque generando un solo objetivo ostensible que es representarse como entidad generacional, ello se deriva de las circunstancias y se plasma en una unidad que genera autenticidad. Del Eclesiastés (4:7-12), se toma aquella divisa, que también utilizó Sun Tzu, de que en la unidad está la fuerza. Virgilio aseguró que las facciones opuestas dividen y tanto los filósofos como los estrategas militares en todo el mundo están de acuerdo con el punto.

El exilio de los fragmentos y las brechas

Hay mil formas de argumentar que el exilio cubano está dividido, y esto se manifiesta en que la tendencia muestra que proliferan las fracciones de la debilidad, en lugar de crecer la necesaria fusión de la fuerza.  En la isla, por el contrario, la tiranía saca su fuerza uniéndose como bunker partidista y trinchera de ideas, a la vez que inoculan la división y la corrupción en los opuestos, al pueblo se le controla con leyes y garrote, pero al enemigo externo con divisionismo, invasión cultural y propaganda. Los aliados y espías del castrismo ha ido escalando parcelas de poder en Miami, sobre todo en las universidades, la cultura y los medios de comunicación, infiltrándose por las brechas que ha producido la división entre los verdaderos exiliados. Estas brechas deben entenderse como pasividad, reacción tardía y efímera frente a los desafíos (2) y pobreza de espíritu unitario trascendental. Para la defensa del exilio, como fuerza anticastrista funcional, solo existen barricadas dispersas, los votos de los que son ciudadanos y la voz de los congresistas y senadores. Otro aspecto a tener en cuenta es que la gigantesca migración cubana que sigue arribando a La Florida no es políticamente exiliada, y aunque algunos se declaran políticos, la mayoría está desconectada espiritualmente del exilio, y entre ellos hay muchos con reflejos de Nuevo Hombre castrista. El exilio fragmentado, lógicamente, no ha lanzado ninguna campaña educativa para que los nuevos sepan, al menos que el exilio los acoge con humanismo y cultura de la libertad. Léase, la fragmentación no funciona. Al menos en 1994, la Casa del Balsero y otras organizaciones coordinaron un plan conjunto para mejorar la integración de los nuevos en su segunda patria. Pero nunca olvido que mi experiencia en el Miami Dade County terminó en que fui “botado” por una directiva que solo acogía procastristas y homosexuales en los empleos, aunque no cumplieran los requisitos para el cargo. Esto sucedía y sucede en las brechas que ha permitido y tolerado  el exilio desorganizado, dividido e infiltrado, y esto también sucede en las ciudades municipales y en ramas de la cultura.

Aquí manda Castro

Castro, por supuesto, no manda en Miami. Pero cuidado, los castristas han estado creando negocios lucrativos y ganando terreno, repito, en el establishment cultural y las universidades. Esto es conocido, pero a nadie le parece peligroso porque vivimos en Estados Unidos. Se les tolera, porque las leyes norteamericanas no ven enemigos, hasta que un juez lo verifica.  Sin embargo, los exiliados radicales están más expuestos a estas leyes, se les ve como el problema. Esto es parte de la reversión ideológica que se está produciendo en el país manejado por los hilos ocultos y públicos de la izquierda marxista cultural y el neocomunismo. Para muchos cubanitos milenials, Castro, Che Guevara y Antifa son los héroes, mientras que sus abuelos anticastristas son cosa del pasado. El exilio fragmentado, al parecer, no hace nada para orientar a estos jóvenes. Uno lee las páginas de las organizaciones, llenas de noticias, relatos y análisis políticos reciclados en contra del castrismo, pero vacías de estrategias educativas y tácticas que apunten a la seguridad del exilio frente a los desafíos. El que crea que a una dictadura militar comunista se le tumba con condenas y libelos, sin el visto bueno del gobierno estadounidense, es un iluso de buenas intenciones.  El que crea que puede ser presidente de Cuba, aspirando desde la enemiga fragmentación y la banderita mediática, que ni lo sueñe.

Contra los imposibles, el reclamo trascendental

Pero si bien Castro no manda en el exilio, tampoco mandan las organizaciones formales e informales de los exiliados. Mandan las alcaldías, el gobernador del estado, la policía, la banca y las compañías, los grandes comercios, el sistema jurídico, el gobierno federal, la DEA, la CIA, los medios de comunicación, la tele, el ejército, el presidente de Estados Unidos, y aunque lo cubano es un espacio de cultura y masa votante, con influencia en economía y política, no es la fuerza que pueda cambiar el sistema, pero sí podría influir en la percepción política y cultural, si se utiliza la democracia, o sea, si se le muestra al pueblo y a los poderes la mejor alternativa posible, mostrando un plan vial para la causa de la liberación de Cuba, instrumentado por la unión de los cubanos. Si José Martí lo pudo hacer 1895, en condiciones precarias, por qué no hacerlo ahora, que la crisis cubana está en su etapa decadente terminal. Los cubanos exiliados somos plurales, pero no idiotas, pues claro que es factible y se puede lograr en todos los sentidos la Unión Cubana de la Liberación, adiós al pesimismo y a la inercia.

No soy el único que desea la unión patriótica, que si duda sería una fuerza que avalaría el gobierno estadounidense. Ningún gobierno apoya a las organizaciones exiliadas por separado, porque de hecho crean problemas de intereses y financieros. Por eso es tan necesario que el exilio promueva una gran coalición o plataforma cívica y libertaria exilio-isla, que de la infalible impresión de que la liberación es más importante que la fatua política, la división, los matices ideológicos confrontados y el personalismo.  Si la idea de la liberación descuella como una posibilidad completamente auténtica y alcanzable, los gobiernos del mundo lo aprobarían, el exilio tendría más aliados y apoyo, y sería el mejor mensaje que se le puede enviar al régimen de  que la liberación será la próxima ola que los lanzará al basurero de la historia. Si la Unión Cubana se realiza, el próximo año seremos invitados a las cumbres políticas de todo el mundo, tal vez a la cumbre de la libertad en nuestra Cuba.

Notas

(1)… Los invitados de Latinoamérica y España fueron: Javier Milei, presidente de Argentina. Nayib Bukele, presidente de El Salvador. Santiago Abascal, presidente del partido VOX, España. Eduardo Bolsonaro, expresidente de Brasil.

Eduardo Verástegui, independiente, México.

(1)… Sin duda, cuando se producen eventos culturales con la presencia de artistas pro castristas, se sale a la calle a protestar y condenar, se propagan quejas y denuncias, pero, por lo general, son actos espontáneos y puntuales, con poca cobertura de la prensa. Frente al desafío, no se crea una política de respuesta sistemática, al estilo estadounidense o europeo, porque no existen grupos institucionalizados que lo hagan, y el exilio cada día tiene menos acceso a la radio TV difusión. Por el exilio, a veces saca la cara Radio TV Martí, que es una estación del gobierno.

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