El universo kaskaneo en la novela «Sin el eslabón»

Tal y como Musil recreo el universo kakaneo austrohúngaro en El hombre sin atributos, en esta novela de 915 páginas el narrador ambienta la trama bajo el universo kaskaneo de la cultura cubana entre 1930-1940. 

Sin el eslabón aparecerá en Amazon en octubre de este año. Es una novela histórica y espero que el establishment intelectual positivista de Playa Albina la reciba y la salude con cariño. El que pretenda encontrar en la novela alguna técnica y estructura narrativa ha errado desde el inicio. Esta novela se propone, como dice Deleuze, «saca a la lengua de los caminos trillados, la hace delirar». Sí, es una novela delirante, sin pie ni cabeza.

Sin el eslabón cuenta la historia del hiato cubano a partir de 1930, después de la caída del presidente Machado. Da cuenta de la reorientación descendiente de las sucesivas generaciones, cuyo afán de protagonismo social quedan implicadas en la democratización del sindicalismo político y cultural. Si la independencia del país se basaba en la violencia, a partir de ahora las asociaciones políticas y culturales contribuirían a democratizar el espacio social y público. 

Se trata de un segmento de la sociedad comprometido con el ejercicio político y social bajo los zarpazos sobrevivientes, estigmatizados, de la «caída hacia adelante». De este ritmo brota el «último hombre» de la cubanidad, empeñado, en una   vuelta de escarabajo, en hacer de la domesticación el ejercicio político en el espacio público. 

En sus páginas aparecen una veintena de personajes en busca del sentido de la Patria (positivistas, naturalistas, nietzscheanos, plattistas, independentistas, anexionistas, nacionalistas y socialistas). Desplome y vuelta; frustraciones y desarraigos en la intelectualidad cubana del siglo XX.  ¿Cuál es la causa?

El psicologismo al que nos tiene acostumbrado la narrativa quedaría eclipsado ante la visión de Kaska, un universo fascinante. Los animales funambulescos aquí no actuarían agitados mediante conductas psicológicas y atmósferas mentales previas, sino reduciéndose a la impronta de la capacidad del entrenamiento, invitados cotidianamente por la carga de la sobrevivencia ante la vida.

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