El robo de la excentricidad

Por Spartacus

La propuesta de Helmut Plessner, en su libro desafiante «La risa y el llanto. Un examen de los límites de la conducta humana», no se centra únicamente en el fenómeno de la risa y el llanto, sino en cómo ciertas expresiones humanas están conectadas con objetos inanimados.

Por ejemplo, al abrir un libro, un periódico o interactuar con una computadora, uno puede experimentar risa, llanto o incluso sentirse desconectado del mundo. Plessner habla de la «excentricidad del posicionamiento consigo mismo», donde estos objetos inanimados ocupan el lugar central del yo, influenciando nuestras emociones y nuestra relación con el entorno.

Los libros, como objetos de alabanza, pueden convertirse en refugios culturales. Nos proveen recursos para reír o llorar, o simplemente se convierten en compañeros para momentos de soledad. A veces, pueden llevarnos a adoptar la emoción que contienen, como si llorar estuviera en sintonía con el libro mismo.

En casos extremos, como cuando Lezama Lima se aísla entre los libros, estos pueden generar una segunda excentricidad, una retirada adicional del yo del tiempo y el espacio.

Plessner destaca que cuando un libro nos hace reír, también nos transporta fuera del espacio real, permitiéndonos escapar de la realidad y enfrentar las dificultades de la vida. A pesar de no estar vivos, los libros se convierten en máscaras de la realidad.

En resumen, en el siglo XX y actualmente, el ser humano experimenta una segunda excentricidad a través de objetos inanimados que han suplantado el lugar central del yo. Es una idiosincrasia definitoria de nuestra época: vivir en una realidad dominada por estos objetos.

Que nadie te prive de esa excentricidad.

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