El robo de la excentricidad

Por Spartacus

Helmut Plessner, en su obra «La risa y el llanto, examina los límites de la conducta humana» y se adentra en los márgenes que definen nuestra capacidad emocional, planteando que tanto la risa como el llanto son más que simples reacciones afectivas: son manifestaciones que delimitan nuestra existencia. Estos actos revelan un quiebre en la línea entre lo racional y lo irracional, entre lo controlado y lo espontáneo, exponiendo los límites de lo que entendemos como conducta humana.

Plessner explora cómo estos límites surgen cuando el ser humano se enfrenta a situaciones que exceden su comprensión o su capacidad para reaccionar de manera convencional. La risa, por ejemplo, puede ser vista como una irrupción que desestabiliza el orden de lo cotidiano, una respuesta que aparece cuando la lógica falla y el absurdo se impone. El llanto, por otro lado, marca una rendición emocional, un reconocimiento de que el control sobre la situación ha sido superado. En ambos casos, se revela una frontera crucial: la línea donde la razón cede ante la pura emocionalidad.

Lo interesante de Plessner es su análisis de cómo estos límites no solo se aplican a las emociones humanas, sino también a la interacción con objetos inanimados. En su visión, las fronteras de la conducta humana no están confinadas a nuestras relaciones interpersonales, sino que se extienden a los objetos con los que nos vinculamos. Al interactuar con ellos —ya sea un libro, una pantalla o cualquier otro artefacto—, nuestras emociones pueden dispararse más allá de lo previsto, cuestionando hasta qué punto los objetos inanimados se convierten en participantes activos en nuestro campo emocional.

Así, los límites de la conducta humana no solo se definen por lo que podemos o no podemos controlar dentro de nosotros, sino también por cómo esos límites se ven desafiados y reformulados por el entorno material que habitamos. Plessner nos invita a reflexionar sobre esos márgenes borrosos entre lo humano y lo inhumano, entre lo emocional y lo racional, donde las emociones extremas como la risa y el llanto revelan la vulnerabilidad y complejidad de nuestra condición.

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