Por Leopoldo Ávila

Cuando se editó el libro Nicolás Joseph de Ribera (Editorial de Ciencias Sociales, 1986), yo andaba inmerso en los menesteres finales de mi tesis de grado para licenciatura en Historia de la Universidad de Oriente. Después de Azúcar y población en las Antillas de Ramiro Guerra, el del gran fisiócrata cubano, fue el segundo libro que leí de principio a fin. De modo que no fui, como otros, lector prematuro, prueba de aquellos seres que desde la infancia fueron devoradores de textos.
Me consta que la biografía escrita sobre Nicolás Joseph de Ribera por Olga Portuondo fue un trabajo inmerso en Archivos y fuentes documentales originales. Allá por los primeros años de la década del 80, (1984) vi en más de una ocasión a la profesora Olguita trabajar en el Archivo del Vivac, hurgando en las Actas Capitulares del siglo XVII-XVIII de Santiago de Cuba en virtud de la preparación de este libro.

La introducción del libro constituye una cantidad importante de páginas dedicadas a descifrar el pensamiento político, económico y reformador de un hijo de Cuba, nacido en Bayamo y muerto en España en 1775. En 1757 Ribera escribió Descripción de la Isla de Cuba, cuyo manuscrito permaneció archivado hasta 1973, cuando la historiadora Hortensia Pichardo lo desempolvó y lo publicó en la Editorial de Ciencias Sociales. Sobre la base de la Descripción… , y la investigación biográfica del autor, Olga planteó que Ribera fue el primer fisiócrata fundacional de la nacionalidad cubana antes de Arango y los primeros historiadores.
Fisiócrata en el sentido de creer firmemente en el destino de la tierra como primer elemento de prosperidad para la formación y evolución de las naciones. En medio de una economía predominantemente autárquica, dirigida fundamentalmente al mercado interno para el abastecimiento de las ciudades, Ribera propuso en aquel siglo XVIII reformar el sistema de la economía para el consumo interno con el objetivo de conquistar el mercado internacional. Un nuevo modelo de capitalismo fisiocrático abriría las puertas de Cuba al sistema de economía de plantación en apogeo.
Para lograr el mercado capitalista era necesario una trasformación, radicar del uso de la tenencia de la tierra y de los procedimientos en el comercio con ultramar. La subdivisión de los hatos en haciendas, estancias y sitios de labor. En mi opinión, Ribera se presenta como el primer cubano, impulsor de la globalización en el sentido terrestre y comercial de la expresión. Se había percatado entonces (antes de lo que presumía Arango y Parreño en su Discurso sobre la agricultura en la Habana en 1819) que la madre de la nacionalidad criolla es la tierra. Y cómo la nacionalidad de la tierra, hija de los geógrafos y agrimensores de la tierra.