Por Guanajo relleno
Dígalo en la forma que lo digas, lo que decimos muchas veces carece (o no contiene) de fundamento. Y no se trata de falta de racionalidad y conocimiento de lo que se dice, sino de envase. Se trata de la falta de fundamento, como aquel que no funda un lugar, una familia, y se precipita en el abismo.
Nos quedamos sin suelo, sin Dios, sin dioses, sin historia, sin arraigo, sin permanencia, sin arte. Por eso, lo que decimos, no importa la racionalidad y la coherencia con que se diga, no lleva fundamento y está condenado a sucumbir.
El poeta puede ser el fundamento. Sin embargo, jamás he leído un poeta cubano tirarles perlas al «sistema inmunológico» del hombre. ¡Qué pena!
Lezama concuerda con Heidegger cuando escribe en aquellos versos archiconocidos:
Las salvadas alas en el mulo inexistentes,
más apuntala su cuerpo en el abismo
la faja que le impide la dispersión
de la carga de plomo que en la entraña
del mulo pesa cayendo en la tierra húmeda
de piedras pisadas con un nombre.
Seguro, fajado por Dios,
entra el poderoso mulo en el abismo.
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