El poeta es un ser autoritario

Por KuKalambé

En el flujo de la historia, se observa una constante interacción entre autoritarismo y expresión. En este contexto, surge una paradoja intrigante: la poesía, esa forma de arte que parece desafiar toda autoridad, puede en sí misma ser un acto de dominio. Esta perspectiva nos lleva a considerar que todo poeta verdadero, en su esencia más pura, ejerce una forma de autoridad a través de su arte.

Esta reflexión nos remonta a 1934, cuando Martin Heidegger, filósofo de renombre y miembro del partido nazi, emprendió una exploración profunda en la obra del poeta romántico Hölderlin. Su curso, que culminó en la publicación de Hölderlin y la esencia de la poesía en 1936, no fue un mero análisis literario. Heidegger, al adentrarse en los himnos de Hölderlin, llegó a la conclusión de que el poeta era una especie de «clave secreta» para descifrar el alma de la nación alemana. Así, el acto de poetizar, que Heidegger describió como «la más inocente de todas las ocupaciones», se revelaba como un medio poderoso para entender e incluso definir la identidad de un pueblo.

Avanzando en el tiempo, nos encontramos en 1948 con María Zambrano, quien, a través de su obra publicada en Orígenes, presenta La Cuba secreta. Zambrano, con una mirada introspectiva y aguda, nos invita a contemplar una Cuba oculta tras el velo de su vibrante vida cotidiana. «La Cuba secreta aún yace en su silencio», afirma, señalando cómo un grupo de poetas cubanos, quizás reflejando este mismo espíritu, lleva una existencia secreta y silenciosa, alejada del bullicio y el ruido de lo cotidiano. Este enfoque resalta la dualidad de la poesía como un vehículo tanto de expresión oculta como de revelación. En la obra de Zambrano, uno puede preguntarse si Orígenes es en sí mismo la clave para desentrañar los misterios de la nación cubana, un eco de la idea de Heidegger sobre la poesía como un portal hacia el entendimiento más profundo de una cultura.

En este punto, surge una cuestión crucial: ¿dónde situamos a los poetas democráticos en el panorama actual? En una era donde el autoritarismo y la democracia a menudo parecen estar en conflicto, la posición del poeta democrático se vuelve compleja. Estos poetas, ¿son simplemente narradores de su tiempo, o desempeñan un rol más activo en la modelación de la conciencia colectiva? En un mundo donde la autoridad puede ser ejercida tanto sutil como abiertamente, la voz del poeta democrático ofrece una alternativa, un contrapunto que desafía tanto el silencio impuesto como el ruido abrumador de las voces autoritarias.

Así, en la encrucijada de la poesía y la política, se revela un terreno fértil para la reflexión y el debate. La poesía, lejos de ser un mero pasatiempo inocente, se convierte en un espejo de las complejidades sociales y políticas de su tiempo, un reflejo tanto de la autoridad como de la resistencia a ella. En última instancia, los poetas, ya sean vistos como autoritarios o democráticos, desempeñan un papel crucial en la articulación y la confrontación de las ideologías dominantes de su época. En su capacidad de evocar y cuestionar, la poesía sigue siendo una herramienta poderosa, un instrumento de introspección cultural y política que desafía a las sociedades a mirarse en el espejo de su propia creación literaria.

La obra de poetas como Hölderlin y los cubanos mencionados por Zambrano, así como la interpretación y utilización que de estos hizo Heidegger, nos invitan a reconsiderar nuestras propias percepciones sobre el papel del poeta en la sociedad. En una época donde las fronteras entre lo público y lo privado, lo político y lo personal, se desdibujan cada vez más, la poesía se erige como un faro de posibilidades, ofreciendo tanto un refugio como un campo de batalla para las ideas y las ideologías.

La pregunta sobre dónde ubicar a los poetas democráticos de hoy no tiene una respuesta simple. En un mundo cada vez más polarizado, su papel es tanto de guardianes de la libertad de expresión como de vanguardistas en la lucha contra las formas autoritarias de gobierno y pensamiento. Su poesía no es solo un acto de creación, sino también un acto de resistencia, una afirmación de la diversidad y la complejidad del espíritu humano frente a intentos de simplificación y control. En última instancia, la poesía democrática de hoy se alza como un testimonio vital de nuestro tiempo, un legado de nuestra era para las generaciones futuras.

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