El «lector sin cualidades»

Por Aquino Abreu

El Hombre Sin Atributos: Robert Musil

El hombre sin atributos, no; el lector sin cualidades, sí. ¿Qué nos depara usar el poder de la biblioteca? ¿Quién arma pacientemente una biblioteca personal, cuál será el denominador en cuanto a la utilidad del conocimiento literario? Aquí nos topamos con una de las «zozobras maquiavélicas» del discurso narrativo de la novela de Robert Musil El hombre sin atributos: en vista de la variedad de los campos de conocimientos y de información que posibilitan las bibliotecas, cómo moverse en ellas y cómo capturar los más útiles conocimientos.

El lector sin cualidades (invento mío) de la obra de Musil se aventura no leer un libro tras otros para completar la colección entera de la biblioteca, sino saber conquistar el «principio organizador» de la misma. ¿Qué significa «principio organizador de la biblioteca»? No se trata de un sistema de conocimiento de lectura, sino de que en el «mundo», a partir de ese principio, comienza a moverse, bajo la tutela de una organización imaginaria, “grandes bibliotecas” portadoras del conocimiento común. Las bibliotecas, en este sentido, establecen, en común, la idea nietzscheana de la Post-verdad o la idea, para el mundo moderno de las bibliotecas, de que «los hechos no existen sino las interpretaciones».

Ochenta años después del Hombre sin atributos, el principio organizador no concuerda con lo que ocurre en todo el mundo: el mundo ha perdido el hábito de leer. El mundo ya no se orienta basándose en el principio del conocimiento directo de las fuentes bibliográficas. El mundo usa ahora un tercero: oteando en las formas y métodos de la comunicación, consigue comunicarse en la sociedad sin saber.

Hay una frase irónica, bucólica, acuñada, no sin razón, en un lugar del mundo y que recorre mundos para reflejar al lector sin cualidades: ¡eres músico de oído!

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