Por La Máscara Negra
«La cultura presupone el reglamento de una orden«
Ludwig Wittgenstein
Mañana, en la noche en que conmemoramos una fecha histórica crucial para los cubanos: el 155 aniversario del grito de Céspedes en La Demajagua el 10 de octubre de 1868, Alfredo Triff presentará su obra más reciente. El título de su obra plantea un desafío a aquellos que anhelan la libertad de Cuba: ¿Por qué el pueblo cubano (aún) apoya el castrismo? Este título también marca el tercer capítulo de la segunda parte de su libro.
Así, la pregunta del título conlleva una respuesta implícita, y Triff la expone a través de 12 lemas que abordan temas que van desde la presencia simbólica del líder hasta el imaginario de un enemigo omnipresente, la coherencia de un discurso revolucionario castrista previo al castrismo, la sustitución de la conciencia de clase por la conciencia revolucionaria y la disolución de la individualidad en las instituciones militares, culturales y sociales. En resumen, explora el apoyo inquebrantable a una presciencia, a un fantasma, que nunca llega a materializarse por completo: el castrismo cultural.
Cuando cayó el Muro de Berlín, surgió un texto de filosofía política que ofrecía una respuesta a la incipiente era poscomunista en el bloque del Este: el triunfo definitivo de la democracia liberal, el «fin de la historia» y el «último hombre». Dos años después, en 1993, emergió otro texto de filosofía política, pero con tintes deconstruccionistas, que demostraba que el comunismo aún no había perecido y que el espectro del comunismo aún vagaba por el mundo. «¿Puede extinguirse, desaparecer por completo, un fantasma? Está muerto y vivo, se presenta y se ausenta». Nunca fue concebido por los padres fundadores del comunismo como un hecho, sino como un fantasma. «Un fantasma recorre el mundo»… así comienza el Manifiesto de 1848.
En este contexto de transformación, el castrismo socialista experimentó su primera desaparición, el socialismo real, pero el fantasma, el alter ego, subsistió. El castrismo totalitario perduró en la época postcomunista, recorriendo la isla de Cuba, América del Sur y Nicaragua. El pueblo cubano ya no respalda el castrismo socialista, pero anhela el fantasma, la ausencia, la nostalgia. Por algo los hombres están impregnados de nostalgia. Estas son las grandes aporías que deben ser consideradas en cualquier estudio de construcción y demolición sociopolítica. Cada aspecto fenoménico de la vida cotidiana alberga su fantasma, su presencia y ausencia. ¿Dónde reside la presencia fantasmagórica del castrismo en el libro de Triff?
La cita de Wittgenstein se erige como una metáfora impecable: El castrismo cultural, personificado como el espectro, presupone la existencia de un reglamento de orden, lo que implica, además, que «dentro del texto (la Revolución) todo, fuera del texto nada». La revolución es un texto, un acta notarial firmada por un fantasma. El fantasma castrista se acerca al texto, al reglamento y a la orden para hacer acto de presencia y, simultáneamente, ausentarse. Quien se digne a releer los innumerables discursos del Máximo líder, descubrirá la voz del espectro enclavada en el texto.
Asimismo, el libro de Triff se erige como otro escrito, acta, antireglamento, que sirve de receptáculo para desvelar la presencia oculta del fantasma de marras. Más adelante, veremos cómo y por qué.
Nací alboreando la década del 60, y mi comadrona fue un texto revolucionario...,
Mañana continuará la segunda parte…