Por Galán Madruga

El siglo XX fue, en muchos sentidos, el laboratorio del totalitarismo. Desde la Rusia bolchevique hasta la Alemania nazi y la Italia fascista, el mundo conoció regímenes políticos que, más allá de su signo ideológico, compartían un mismo núcleo: el control absoluto de la vida social, política y cultural. La palabra “totalitarismo” no era aún de uso común en la década de 1930, pero ya existían pensadores que buscaban describir y comprender aquel nuevo fenómeno. Uno de ellos fue el austríaco Frank Borkenau, quien en 1940 publicó The Totalitarian Enemy, considerado el primer libro sistemático sobre el tema.
Este ensayo examina la vida intelectual de Borkenau, su trayectoria política y su experiencia directa en la Guerra Civil Española, así como el contexto y las tesis centrales de su obra pionera. Se abordará también la reseña crítica de George Orwell y la influencia posterior del libro, tanto en la reflexión política como en la literatura.
Contexto histórico e intelectual
El ascenso del totalitarismo en Europa estuvo precedido por la Primera Guerra Mundial y la crisis del liberalismo. En Rusia, la revolución bolchevique de 1917 dio lugar a un régimen que, en nombre del socialismo, instauró un sistema de partido único, represión política y control de la economía. En Italia, el fascismo de Benito Mussolini mostró cómo un movimiento de masas podía articularse en torno a la figura del líder y a un discurso nacionalista radical. Finalmente, en Alemania, la derrota de 1918 y la crisis de la República de Weimar facilitaron el ascenso de Adolf Hitler y del nazismo, un movimiento que llevó la lógica totalitaria hasta sus consecuencias más extremas: el exterminio sistemático y la guerra total.
En este contexto, muchos intelectuales se preguntaron si se trataba de fenómenos aislados o de una nueva forma de dominación política. Frank Borkenau fue uno de los primeros en sostener que fascismo y bolchevismo compartían estructuras semejantes, más allá de sus diferencias ideológicas.
Vida y formación de Frank Borkenau
Frank Borkenau nació en Viena el 15 de diciembre de 1900. Estudió en la Universidad de Leipzig, donde se interesó por el marxismo y el psicoanálisis, dos corrientes intelectuales que marcarían profundamente su pensamiento. En 1921 se unió al Partido Comunista de Alemania (KPD) y trabajó como agente del Komintern. Sin embargo, a finales de la década de 1920 comenzó a distanciarse de la disciplina férrea del partido y de su subordinación a las órdenes de Moscú. En 1929 rompió definitivamente con el comunismo organizado.
Pese a esa ruptura, Borkenau mantuvo un compromiso con la izquierda crítica y se integró al Instituto de Investigación Social de Fráncfort, conocido después como la Escuela de Fráncfort. Su atención se dirigió a la relación entre ideología y capitalismo, así como al análisis de las transformaciones sociales en Europa.
El ascenso de Hitler en 1933 lo obligó a abandonar Alemania debido a sus raíces judías y a su condición de intelectual opositor. Vivió en Viena, París y Panamá antes de establecerse en Londres durante la Segunda Guerra Mundial. En 1947 regresó a Alemania y asumió un puesto como profesor en la Universidad de Marburgo. Murió en Zúrich en 1957.
La experiencia española
Uno de los episodios decisivos en la vida de Borkenau fue su paso por España durante la Guerra Civil. Entre septiembre y octubre de 1936 visitó Madrid, Barcelona y Valencia. Allí observó de primera mano la violencia, el entusiasmo revolucionario y, sobre todo, la represión ejercida por el Partido Comunista de España bajo la influencia de la Unión Soviética.
Durante un segundo viaje en 1937 fue acusado de trotskista, arrestado y torturado por militantes comunistas, antes de ser liberado. Esa experiencia lo marcó profundamente y le permitió comprender la dimensión represiva del comunismo real. El resultado fue su libro The Spanish Cockpit (El reñidero español), publicado en 1937, que se convirtió en una referencia para los estudios sobre la Guerra Civil.
Su desencanto con el comunismo y su rechazo al fascismo lo colocaron en una posición singular: la de un observador que, sin adherirse al liberalismo convencional, buscaba comprender el totalitarismo como fenómeno histórico y cultural.
The Totalitarian Enemy (1940)
En 1940, Borkenau publicó The Totalitarian Enemy, obra que, pese a haber sido escrita en circunstancias difíciles y con cierta premura, constituye el primer estudio sistemático del totalitarismo. Su tesis central era que tanto el fascismo como el bolchevismo representaban una nueva forma de dominación, caracterizada por:
- El control absoluto del Estado sobre la economía y la sociedad.
- La eliminación de la autonomía de las instituciones civiles.
- La movilización ideológica de masas en torno a un partido único y a un líder carismático.
- La represión violenta de toda oposición política.
Inspirado en la noción de Pareto sobre la rotación de élites, Borkenau interpretó el totalitarismo como el reemplazo de una clase por otra: la “burguesía roja” sustituía a la burguesía económica tradicional, instaurando una nueva oligarquía política con pretensiones de eternidad.
Lo novedoso de su enfoque fue, además, el componente ascetológico: el totalitarismo aparecía como una respuesta cultural a la crisis espiritual de Occidente tras la muerte de Dios. En ausencia de trascendencia, los regímenes totalitarios ofrecían la ilusión de una inmortalidad secular, erigiéndose en custodios de un destino colectivo absoluto.
La reseña de Orwell
George Orwell reseñó The Totalitarian Enemy en 1940. Su juicio fue ambivalente. Reconoció que el libro contenía un análisis necesario y de gran valor, pero criticó su carácter apresurado y su falta de organización interna. En sus palabras:
«Aunque este no es uno de los mejores libros del Dr. Borkenau, contiene un estudio de la naturaleza del totalitarismo que merece y necesita ser leído ampliamente en este momento».
Orwell, sin embargo, subrayó la importancia de comprender el fascismo en sus propios términos y no desde esquemas ideológicos simplistas. Pese a sus críticas, es indudable que The Totalitarian Enemy ejerció una influencia en Orwell, visible en 1984, donde el control total del Estado, la manipulación del lenguaje y la vigilancia permanente aparecen como desarrollos extremos de las tesis borkenianas.
Influencia posterior
Aunque eclipsado por obras posteriores, como Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt (1951), el libro de Borkenau abrió el camino para una reflexión sistemática sobre el totalitarismo. Su insistencia en la estatización de la sociedad, la fusión entre política e ideología y la centralidad del partido único anticiparon debates posteriores en la ciencia política y la sociología.
Durante la posguerra, Borkenau participó en el Congreso por la Libertad y la Cultura, un movimiento intelectual que buscaba articular una respuesta liberal y democrática frente al comunismo soviético. En la década de 1950 se destacó como especialista en kremlinología, analizando con detalle las declaraciones oficiales y los rituales del poder en Moscú para identificar las pugnas internas del régimen.
Su enfrentamiento intelectual con pensadores como Arnold Toynbee y Oswald Spengler, en torno al declive de las civilizaciones, muestra también la amplitud de sus intereses. Su último ensayo, publicado póstumamente por Richard Löwenthal, insistió en la necesidad de comprender el totalitarismo no solo como un hecho político, sino como un fenómeno cultural y espiritual.
Reflexión final
La obra de Frank Borkenau no alcanzó la notoriedad de otros pensadores de su tiempo, pero su contribución es decisiva: fue el primero en proponer un marco sistemático para pensar el totalitarismo como fenómeno histórico global. Su experiencia personal —marcada por la militancia comunista, la ruptura con el Komintern, la observación de la Guerra Civil Española y el exilio bajo el nazismo— le dio una perspectiva única.
The Totalitarian Enemy debe leerse hoy no solo como un análisis de coyuntura, sino como una advertencia sobre la tentación permanente del totalitarismo. Allí donde el poder político pretende ocupar el lugar de la trascendencia y monopolizar todas las dimensiones de la vida, se reproduce la lógica que Borkenau describió con lucidez en 1940.
Su idea de que el totalitarismo funciona como una reencarnación del sarcófago faraónico en el contexto moderno resulta especialmente sugestiva. El Estado totalitario, como el sepulcro monumental del faraón, se erige en promesa de eternidad, pero su grandeza es también su condena. Como recordó Ernst Bloch, los sueños de los modernos faraones terminan siempre en ruinas.
En ese sentido, la lectura de Borkenau conserva plena actualidad. La historia del siglo XX mostró con crudeza que el totalitarismo no es un accidente, sino una posibilidad latente de la modernidad. Comprenderlo sigue siendo un imperativo para evitar su repetición.