Por Galán Madruga
Tal y como el místico ruso George Gurdjieff anticipó, de alguna manera, al escritor norteamericano William Faulkner, el sociólogo e historiador Franz Borkenau prefiguró al novelista George Orwell.
En 1936, Borkenau delineó un vívido paisaje sobre la formación del totalitarismo en su obra Modern Sociologists: Pareto. Inspirado por Pareto, adoptó el concepto de rotación de élite y esbozó la idea histórica de que, con el triunfo del socialismo, la clase política de la burguesía roja desplaza del poder a la clase económica. Cuatro años más tarde, su pluma iluminó el primer libro conocido sobre el totalitarismo.
Antes de adentrarnos en las sombrías profundidades del totalitarismo, permitidme preguntar: ¿quién fue Franz Borkenau?
Nacido el 15 de diciembre de 1900, Franz Borkenau vivió una vida marcada por los vaivenes de la historia, falleciendo en Viena, Austria, y Zúrich, Suiza, el 22 de mayo de 1957. Ensayista, periodista y académico austriaco, sus estudios en la Universidad de Leipzig lo sumergieron en los misterios del marxismo y el psicoanálisis. En 1921, se unió al Partido Comunista de Alemania (KPD) y sirvió como agente del Komintern. Sin embargo, en 1924, tras recibir su diploma, se estableció en Berlín y abandonó tanto el Partido Comunista como el Komintern, desilusionado por las acciones de los comunistas.
A pesar de esta ruptura, su compromiso con la izquierda se mantuvo firme y trabajó en el Instituto de Investigación Social de Fráncfort, explorando la relación entre el capitalismo y las ideologías. En 1933, cuando Hitler ascendió al poder, huyó de Alemania debido a sus raíces judías y vivió en Viena, París y Panamá, en una sucesión de refugios temporales.
Durante los meses de septiembre y octubre de 1936, sus pasos lo llevaron a España, donde fue testigo de los efectos devastadores de la Guerra Civil en Madrid, Barcelona y Valencia. En su estancia, su desencanto con el comunismo se acrecentó al observar la represión ejercida por los agentes del NKVD (la policía política soviética) y el Partido Comunista de España (PCE) contra los anarquistas y el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). En enero de 1937, durante un segundo viaje a España, sus críticas abiertas contra los agentes soviéticos le valieron ser denunciado como discípulo de León Trotsky, arrestado y torturado por miembros del PCE antes de ser liberado. Esta amarga experiencia inspiró su obra más célebre, El reñidero español, un diario que recoge con intensidad las vivencias de su travesía española.
Durante la Segunda Guerra Mundial, encontró refugio en Londres y escribió para la revista Horizon. En 1947, regresó a Alemania y se convirtió en profesor de la Universidad de Marburgo. En 1950, participó en una conferencia en Berlín junto a otros destacados intelectuales anticomunistas, como Hugh Trevor-Roper, Ignazio Silone, Raymond Aron, Arthur Koestler, Sidney Hook y Melvin J. Lasky, evento que condujo a la fundación del Congreso por la Libertad y la Cultura. En la década de 1950, Borkenau emergió como un experto en comunismo y en la Unión Soviética. Con la sagacidad de un detective, empleó métodos de kremlinología, comparando las declaraciones oficiales soviéticas con las posiciones de los líderes en eventos del Kremlin para discernir quién gozaba del favor o el desagrado de Stalin.
Borkenau también se enfrascó en una confrontación intelectual con las obras de Arnold Toynbee y Oswald Spengler, abordando la cuestión del ritmo y las causas del declive de las civilizaciones. Su último ensayo sobre este tema fue publicado póstumamente por su amigo Richard Löwenthal.
En su obra de 1940, reseñada ese mismo año por George Orwell, Borkenau capturó con aguda claridad la situación creada por el bolchevismo y el fascismo en Europa, cuya problemática social y cultural respondía a la idea de la rotación de élite, reflejando el creciente control del Estado sobre las cuestiones y funciones económicas y sociales.
Sobre The Totalitarian Enemy, Orwell escribe:
«lthough this is not one of Dr Borkenau’s best books, it contains a study of the nature of totalitarianism which deserves and in fact needs to be widely read at this moment. We cannot struggle against Fascism unless we are willing to understand it, a thing which both left-wingers and right-wingers have conspicuously failed to do — basically, of course, because they dared not».
[«Aunque este no es uno de los mejores libros del Dr. Borkenau, contiene un estudio de la naturaleza del totalitarismo que merece y, de hecho, necesita ser ampliamente leído en este momento. No podemos luchar contra el fascismo a menos que estemos dispuestos a comprenderlo, algo que tanto los izquierdistas como los derechistas han fallado conspicuamente en hacer, básicamente, por supuesto, porque no se atrevieron a hacerlo.»]
Al final de la reseña, Orwell señalaba:
«…that Dr Borkenau will write a longer and better book on approximately the same subject”
[«Que el Dr. Borkenau escribirá un libro más extenso y mejor sobre aproximadamente el mismo tema»]
y
«the present one, in spite of some brilliant passages, seems to have been hastily written and has faults of arrangement»
[«El presente, a pesar de tener algunos pasajes brillantes, parece haber sido escrito apresuradamente y tiene fallas de organización.»]
A pesar de la crítica de Orwell, la influencia de The Totalitarian Enemy en 1984 es innegable. Orwell adopta la hipótesis de Borkenau de que Alemania no se convertiría en un Estado bolchevique después de la guerra, sino que ya lo era antes. La tesis de Borkenau sobre la estatización del poder y otras áreas de la sociedad y la cultura se convierte en un tema recurrente en las obras posteriores sobre el totalitarismo.
Lo que hace a The Totalitarian Enemy único no es su lugar en la literatura política, sino su enfoque esotérico. Hasta ahora, no se ha destacado lo suficiente el surgimiento del totalitarismo como consecuencia del decreto «Dios ha muerto«. Según Borkenau, este totalitarismo se basa en la teoría de la inmortalidad, evocando una reencarnación del sarcófago faraónico egipcio en el siglo XX occidental, en línea con la interpretación de Ernst Bloch en El principio de esperanza sobre los sueños de los señores faraónicos de las dictaduras modernas.