Dos libros de Julio Benítez

Por Juan Carlos Recio.

El autor y su obra: Julio Benítez | Ego de Kaska

La noche del viernes, (con Leyenda de un Trompetista, libro de relatos de Julio Benítez), comenzó para mí la lectura pendiente, de uno de los libros que me traje de Miami, a una velocidad, donde sin pena confieso, uno se asombra del hecho de que alguien que a vívido unos años parece rejuvenecer, como si esa especie de caminata es un intermedio consciente, de una forma de contar, que además de ser tan entretenida, es siempre ascendente.

Cada cuento y personaje del libro, me dan el placer de una lectura de juicio, y es sin dudas el fondo donde se puede no dejar de ser una identidad, (sin usar mecanismos fáciles, como lo vulgar o lo que exagera, o ese encantamiento por el chovinismo amoral que padece mucha literatura sucia del realismo actual a la cubana); y no lo sonoro, el recorrido de una memoria por ejemplo de un país, de lo que sucede cuando alguien en una dictadura va a la cárcel y el costo de su inocencia es doble, con una violación forzada por el mismo instrumento con el que el narrador logra justificar el asunto adonde nos lleva magistral, y sentir el hueso de la tragedia del personaje, es decir, a tocarnos con el feeling de una historia que pareciera acaba de ocurrir en Cuba, aun cuando la ciudad de los Ángeles es el otro exilio a «pretextar.

Le siguen otros muy variados temas y conflictos, que aconsejo leer, hay desprejuicio añadido en el desenfado de una lectura que si bien es veloz y sin sobresaltos, tiene mucho de marcar en la mente del lector, como ocurre con una buena escena de un cine de pantalla grande, donde uno pareciera colarse y cuando tomas, -o crees que tomas conciencia de ello-, ocurre que estás en el punto final de la leyenda.

Donde uno sueña lo que lee, y termina en el esplendor de un verso». Amanece el sábado después de un sueño donde yo era un educador metido en un mundo absurdo de palabras y hechos y como historia absurda, caminaba de forastero como un marino en busca de ron y otras cosas, y buscaba el club Los tres Leones a orillas del río Guaso, y desperté cuando preguntaba nada más y nada menos que a Susan Boyle.

Entonces tomo Italia rústico coffe en esa máquina que lo muele a lo turco y dispara como un gallo al amanecer cuando nos despierta. Y El cancionero de Amel, más delgado que el autor pero con esa frescura que si bien, y para ser completamente sincero en nada es caótico como el mundo de mi cabeza y mi ignorancia, es de una sencilla forma muy agradable.

Recurre a endulzar a esas mujeres que pusieron las cuerdas en la música de su corazón y si además uno tiene la suerte de leer con completo desprejuicio, una poesía coloquial y diferente a cómo suelo enredar lo que digo, y tiene o aprecia la bondad de Benítez, de escribir de un tajo, esas letras que de alguna forma, en narrativa o verso, me inspiran a que los invite a leer estos dos libros de julio, con la severidad de que aún en tiempos donde leer libros en papel pareciera ser una pérdida, no lo es, uno gana en la ascensión – ya lo dije- donde el autor imagina le íbamos a creer.

Juan Carlos Recio. NYC, 18 de febrero del 2017.

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