Contra-Patria

Por Pedro Jova Pérez

En un lugar del ensayo Sobre la historia de la religión y la filosofía en Alemania, el poeta Heinrich Heine señaló con plausibilidad hace más de un siglo cómo el libro de los libros, la Biblia, se tradujo para los judíos en la patria portátil, en una suerte de habitar hablando el suelo diásporo en las manos y en el aire. Esa paradójica situación de milenios reaparece de forma casi mimética en aquellas comunidades exiliadas contemporáneas, como la cubana, que se vieron obligadas a abandonar la patria y trasportar el suelo de origen en una portátil lengua patriarcal.

El ser que le convida a otras tierras es un fenómeno de posteridad al propio sentido del habitar y relatar: no es el nuevo lugar de residencia lo que hace practicable, adaptable y accesible a la comunidad exiliada, sino la propia comunidad hablante, con su liber sanctorum, transformándose en sí mismo como espacio simbólico, en sitio que deviene convivencia, lo que produce, a su estilo, formas específicas de existir dentro del invernadero del otro lugar. Por eso el “exilio” como tal es más antiguo que la aparición de la tierra en la que nos exiliamos. El exilio nace con el hombre y se transporta a cualquier lugar por medios singulares.

El portable liber que somos, la historia de la lengua que conservamos es, en principio, más esencial y primordial que el suelo sobre el que nos exiliamos. Así pudo surgir la comunidad Pequeña Habana, así surgieron las Escuelas Lincoln-Martí, proyectos que aparecieron primero dentro de un libro abierto …(continuará)

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