Cinco (5) partes esenciales de la Poesía

Por Coloso de Rodas

Todo acto poético, y por extensión todo ejercicio de escritura que aspire a trascender, debería integrar este esquema hermenéutico y experimental heideggeriano como herramienta de autocomprensión y construcción creativa.

PARTES

1. La caída en el movimiento: El poeta comienza su camino desde un estado yecto, es decir, una condición existencial caracterizada por el choque inicial con el mundo y con el lenguaje. Este sufrimiento originario no es estéril; por el contrario, se convierte en el germen de la lucha por superar la angustia y erigir la Casa de la Poesía como refugio y taller creador.
2. La experiencia en el movimiento: Superada la turbulencia inicial, el poeta entra en una etapa de calma relativa que posibilita su formación. En este momento, la Casa de la Poesía no es solo un lugar simbólico, sino un espacio activo donde el creador afianza sus fundamentos éticos y estéticos.
3. La participación en el movimiento: El acto de creación exige la capacidad de armonizar la serenidad con el movimiento interno del poeta. En esta etapa, la Casa de la Poesía se convierte en un eje dinámico que permite transitar entre la introspección y la acción, evitando los extremos de la dispersión o la parálisis.
4. La pérdida y la retorsión en el movimiento: El estado yecto no desaparece, pero encuentra su límite en un sostén conceptual y práctico: el pro-yecto. Este término subraya que el poeta no solo crea, sino que se crea a sí mismo al integrar pérdida y recuperación en un movimiento que lo define como ser poético.
5. El regreso en el movimiento: La culminación de este proceso se expresa en el retorno, donde el poeta confronta la tensión entre revolución y epifanía. Aquí se evoca la idea de La volta do mar, una metáfora que sugiere que la Casa de la Poesía no es solo un espacio estático, sino un hábitat inmunológico que permite al creador renovarse frente al caos del mundo.

Estas etapas, lejos de formar un esquema rígido, se entrelazan y enriquecen mutuamente. Cuando son conjugadas sin caer en el esquematismo vulgar, permiten que cualquier escritura se configure como un pro-yecto en movimiento, capaz de inaugurar constantemente el acto poético.