Por Antonio Ramos Zúñiga
Hoy se publicó (4 de mayo, 2023) por RadioTV Martí un escrito titulado “Mi última columna”, en el que el reconocido cubano exiliado y periodista, Carlos Alberto Montaner revela un horrible padecimiento y anuncia su retiro como columnista. Dejé de inmediato mi impresión de la noticia en el ventanillo de opiniones, una hora después había sido birlado, es decir, había sido censurado, tras pasar por el filtro de la “moderación”, que es la nueva forma de adornar la censura selectiva de acuerdo a la conveniencia política. Este sí, este no. Antes de pasar esto, yo aposté a que RadioTelevisión Martí no respetaría mi opinión, es un servicio del gobierno y rara vez aprueba opiniones consideradas herejías por la alta burocracia de izquierda dueña de las comunicaciones. En cambio, no se cansa de popularizar el Woke cultural neocastrista estadounidense y meter baza utilizando soma y distracción contra el verdadero designio libertario.
Bien, así son las cosas hoy día, desde que la guerra cultural antes y después de Marcuse inventó el adefesio de lo políticamente correcto, para excluir la palabra discrepante y valiente de la batalla por la verdad contra las tiranías. Hoy la prensa de izquierda constituye la parte de la antinomia que torció el rumbo hacia la defensa de la posverdad posmoderna, levantando banderas con la izquierda liberal promarxista y el woke de la ideología radical, apoyado por el gobierno. Víctor Hugo se habría horrorizado, Diógenes dado patadas a la lata. Los cubanos exiliados que ellos llaman de derecha, son los más satanizados por esta política de censura, de apartheid ideológico y de descrédito. La censura, en cualquiera de sus formas, que hoy parece gozar de un fanatismo proclive al pensamiento único, ha estado abriéndose paso dondequiera que el dinero corporativo le pasa la guillotina a la moral recta, aprovechándose de la ignorancia masiva. Pésima filosofía que enlaza con viejos atributos míseros y oportunistas.
Me han censurado y no es la primera vez, lo han hecho en Facebook, en Twitter, en las páginas digitales, en los blogs, etcétera, sobre todo cuando se trata de medios inclinados al liberalismo izquierdoso, el neocastrismo, neomarxismo, gramscismo, comunismo, castrismo, y todo aquel medio sostenido por intereses y donaciones, que evitan salirse de la servidumbre bien remunerada y la alineación con el gran estado. Censuran a millones de disidentes. Ya no son los tiempos de la democracia y el anticomunismo en Estados Unidos, en la América de los padres fundadores y la de Delano, Truman y Reagan, son los tiempos de las corporaciones y de la libertad mediatizada por el nuevo globalismo proto-orwelliano, que tiene su inspiración en el Gran Hermano que lo vigila todo (socialismo liberal del segundo milenio, capitalismo aristomundialista con olor a China y al dios Ford).
Mi impresión acerca de la enfermedad de Montaner, fue bendecirlo y pedir por su cura (1), pero también, como siempre lo he hecho directamente con él por e-mail, desde que salí a apoyarlo en una disputa política hace años, lamenté que su conducta política no se avenga con su humanidad, es decir, que no haya echado alma para unir al exilio, sino todo lo contrario, su credo ha sido un factor de división y elitismo en el exilio y en algún momento de dialoguismo con el régimen dictatorial, hasta llegar al radicalismo que constituyٕó apoyar con sofismas la ofensiva demócrata contra Trump, a sabiendas de que era alinearse con la estrategia castristra, mala señal, atroz. Dividir al exilio es beneficiar a la dictadura y debilitar a las fuerzas vitales que quieren la libertad de Cuba, primero es Cuba que los intereses de un liberalismo, ya sin épica. El por qué lo hizo, me pareció inexplicable a estas alturas. Por supuesto, tuvo muchos seguidores mamertos, neocastristas y criptocomunistas, especie que abunda en el exilio, pero la mayoría del exilio no le hizo caso, lo dicen los votos. Tengo además muchas anécdotas, desde que yo escribía en El País y en algunos diarios españoles con el alias de José Julián, pero este no es el momento para Montaner, sino para la política de defraudación moderada de RadioTV Martí. Muchos me han aconsejado que demande a la emisora, que sería lo justo, veremos, porque siento que han criminalizado mi derecho a la libre expresión y mi vocación de historiador y periodista. Cada vez que me moderan o me censuran pienso en Hitler, en Stalin, en Castro, en el fascismo, en China comunista, en el Gran Hermano, me duele, y recuerdo a José Martí, que criticaba a los censores y tiranos. Los que creemos en la libertad honesta hoy en día pasamos por pruebas muy duras, son malos tiempos para el ciudadano libre que no quiere rebajarse al rebaño ni acreditar el aristomundialismo. Por eso la mala señal que constituye eso que llaman moderación, ese agravio, debe ser sustituida por un periodismo abierto, de debate, plural, liberal y trascendental, sin máculas, sin muros cobardes. No el que hoy se practica contra los verdaderos defensores de la libertad en Cuba y en el mundo. Mi principal demanda es que me demandaré a mí mismo ser más perseverante en la lucha por la libre expresión y por la libertad de Cuba. A Montaner le deseo todo lo bueno que se merece para su cura y que no confíe en esa prensa que lo gratifica y al mismo tiempo aplasta otros pensamientos.
(1) Mi comentario censurado: