Carta a los poetas de Playa Albina

Por Leopoldo Ávila

Queridos poetas de Playa Albina

Nos resulta ajena la validez de una poética y una estética. Y cada vez vamos yendo, mediante la caída, sobre aquello que nos resulta familiar e íntimo a la epidermis. La poesía atraviesa por una crisis de temperamento creativo, como en el arte, que prefiere el exhibicionismo de la obra y renuncia a la producción de una estética.

Los poetas diversificamos potenciados por la gramática, la perfección estilística y la forma. En un «sistema poético del mundo» quedan excluidos, por ignorancia alquímica, aquellos dobleces dramaturgos que una vez pusieron en la pared un segundo y tercer adoquín en línea correcta.

Bellos constructores, ingenieros y técnicos dejan pasar lo esencial: no hay dos veces que golpear al mulo para que se precipite en el abismo. Queridos versificadores, amigos poetas, no se olviden de mí, de mi mirada y mi autoridad. La infamia nos aterroriza con el manto del desequilibrio y la falta de personalidad.

 Donde no hay poética, no hay y poesía. ¿Para qué hemos llegado al mundo? Venir al mundo nos reta y nos mata. La voz del poeta no debe ser por quiénes somos, si no por dónde estamos. Bachelard en la Poética de la ensoñación redujo la libertad a la operación del movimiento de verticalidad en el ensueño, aquel sueño que Alicia deconstruyó y disfrutó en el país de las maravillas.

Afectuosamente,

Sr. Ávila

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