Por Simplicio Mágnum
Dice Balzac que hay «misterios encerrados en toda palabra humana». Pero el verdadero misterio no está necesariamente en los orígenes, en las raíces, en las formas antiguas, aun cuando la palabra proceda de allí. Existen palabras que están en plena floración, en plena vida, palabras que el pasado no ha perfeccionado, palabras tan hermosas como jamás los antiguos conocieron, palabras que son las joyas misteriosas de una lengua.
La palabra «B-A-Y-A-M» (Bayam) es una de estas. Es un fenómeno incomunicable a las demás lenguas. Pensemos fonéticamente en la brutalidad sonora de la palabra «Bayam» en inglés. Comprenderemos que la palabra «Bayam» es el más cubano de todos los términos. Es una palabra hecha con la imagen visual de la «Baya-m» inmóvil y que, sin embargo, no termina de correr. Desde que una expresión poética se revela a la vez pura y dominante, podemos estar seguros de que tiene una relación directa con las fuentes materiales elementales de la lengua y el fuego. Siempre me había impresionado que los poetas asocien la armónica a la poesía de las aguas y del fuego.
Y yo me preguntaba en virtud de qué prestigio el «Bayam» sonoro había recibido su nombre de la vida armónica aborigen. Por qué «Bayam» se convirtió en «Bayamo», luego en «Bayamés», luego en «La bayamesa». Luego supe que la vocal «a», dos veces en la palabra «Bayam», es la vocal del agua y el fuego. Es el fonema de la creación por el agua. La «a» indica una materia prima. Es la letra inicial del poema universal. Es la letra del descanso del alma en toda mística.
«Zaragoytia, personaje mítico de la historia del siglo XVIII en Bayamo, Cuba, proporciona atisbo, sentido y espíritu al misterio de la cubanía. La clave de ese misterio sigue deambulando sobre nuestros tiempos, sin poder desentrañar y estudiar. Zaragoytia oculta la clave. La clave contiene la metáfora poética del culto ascético aborigen vinculado a «Bayam». De ello depende, creo estar persuadido, muchas cosas del misterio espiritual del pueblo bayamés, cuyas causales no tendrán explicaciones reales mediante las ciencias históricas y sociales, sino al «encuentro» con ellas. «Encontrar» no significa saber».
«Bayam», la primera palabra, el primer poema cubano.