Aristocracia, alta cultura y nivel artístico

Alcibíades, un albinero antiguo, héroe helénico, representa en su caminar por encima de la ciudad de Atenas, una metáfora elocuente del poder y la virtud, recreada en la aristocracia, la alta cultura y el desarrollo artístico.

Por Juan Primito –

Tres niveles

Aristocracia

La «cultura es riqueza de problemas», dijo una vez Egon Friedell para señalar que a la cultura no le atañe ninguna independencia sobre otra, sino la libertad para problematizar temas de estudios. Cuando intentamos decir, por ejemplo, que la cultura popular tradicional es independiente y separada de la alta cultura, incurrimos en el error de no saber dónde estamos parados a la hora de ejercicio un juicio.

No sabemos representar por qué hay una separación temática de la cultura en la forma y funcionamiento. Entonces, para llenar la brecha y poner el parche, aparece el concepto o constructo de alternativo. Lo independiente ahora es alternativo y posible. Así funcionan las cosas en el siglo XXI. Nuestros espacios son alternativos, pero no independientes.

La cuestión de cómo mantener la resistencia elevada dentro del ser humano, aparece como el gran problema de la aristocracia intelectual y la alta cultura que ocupará a la humanidad en los días que corren y que vienen. Si se elimina la región más alta, no se sabe cómo conservar interiormente esa resistencia elevada. Goethe dijo que «toda vida es movimiento y extensión» y, por añadidura, «una voluntad de crecimiento».

Alta cultura

En la tensión histórica, temporalmente acumulativa, acuden espíritus condenados a depender de la descendencia hereditaria y de clase, lo cual no juega ningún rol aristocrático y de alta cultura, si lo miramos desde las perspectivas helenísticas. Ningún burgués transformado en empresario modernizado constituye una ecuación sine qua non aristocrática. Como ningún intelectual transformado en erudito, maestro y sabio, en boca de la otredad, se condiciona en sí misma, si la circunstancia a la que acede está separada entre   areté y vitud.

Cuando la región más alta (desprovista de atuendo, poses, acumulación, proyección destinal), actúa como atracción natural, la voluntad de crecimiento se ve signada entre «querer más, querer poder más» y «rendir más» en el nivel más alto para ser superado.

Artístico

Esta contracultura del poder y la virtud de la aristocracia cultural se resume literariamente en dos relatos, uno de Kafka y otro de Thomas Mann. Del trapecista del cuento Primer dolor, que según Kafka pierde el contacto con el mundo del suelo y en la altura del primer trapecio disuelve el vínculo artista/burgués en virtud de una región más alta, solicita un segundo trapecio.

Como el afán de incrementar el poder, inherente al arte, Mann en La muerte de Venecia sugiere en boca de la trapecista la expresión de elevar el nivel del ejercicio, cuya operación representa lo imposible como realizable.

Estas operaciones artísticas, cuyos esfuerzos dependen del entrenamiento y la disciplina de uno mismo, posibilitan el arqueo infranqueable para que, desde el barrio, desde lo más intricado y recóndito, el ser humano se proyecte sin cortapisas, escalar las regiones más altas de la ciudad.

Alcibíades, un albinero antiguo, héroe helénico, representa en su caminar por encima de la ciudad de Atenas, una metáfora elocuente del poder y la virtud, recreada en la aristocracia, la alta cultura y el desarrollo artístico.

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