Por Robert James
La conexión entre la conciencia, el pensamiento y la memoria se manifiesta en la reflexión de uno mismo. Al observar sus pensamientos mientras emergen en cada intento, se otorga gran importancia a la precisión de estas observaciones. Valéry concebía sus Cuadernos como una forma de escritura personal: «Existo para encontrar algo».
Siguiendo el ejemplo de Robert Musil, desarrolló un «sentido de la posibilidad», dirigiendo su pensamiento hacia lo que está por venir, lo potencial. Es por eso que rechazó el «ridículo pensamiento sistémico» de muchos filósofos, quienes erróneamente suponían que podrían imponer un sistema uniforme a los diversos fenómenos.
Valéry se autodescribía como un «anti-filósofo» y veía al filósofo tradicional como una figura grotesca: «El filósofo es aquel que sabe menos que los demás, ya que lleva años convencido de haber aportado soluciones a problemas que siguen siendo intrascendentes».
En el ámbito literario, la búsqueda de claridad sobre uno mismo se encuentra plasmada en el fragmento de la novela Musier Teste. En su conversación con el narrador-yo, quien confiesa con orgullo que la estupidez no es su punto débil, Musier Teste se presenta como una figura artificial que personifica la aspiración a una existencia completamente racionalizada. Él es un transgresor de fronteras, «una criatura de pensamiento apolíneo» que se atreve a pensar por sí mismo sin dejarse guiar por principios filosóficos.
El proyecto central de Paul Valéry era ganar claridad sobre sí mismo. En las más de 26.000 páginas de los Cahiers, los cuadernos que se consideran su principal obra, hay numerosas reflexiones sobre la
Peter Sloterdijk escribe que el Sr. Teste ocupa el cargo de jefe de taller en una Bauhaus virtual de ideas. Sin embargo, el Sr. Teste se niega a caer en la trampa de ser moldeado por la sociedad, ya que esto siempre implica la presión de conformarse. Este radicalismo tiene sus consecuencias: al rechazar cualquier conexión social y buscar solo el «pensamiento puro», el Sr. Teste se encuentra completamente aislado, aunque esto no le perturba. Al final del texto, afirma: «Estoy solo, qué cómoda es la soledad».
Valéry escribió: «Mi punto de vista filosófico es la multiplicidad de puntos de vista». Sorprendentemente, uno de estos puntos de vista es su escrito sobre los Principios de la Anarquía Ilustrada. En él, describe al anarquista como un observador que «ve lo que ve y no lo que comúnmente se ve».
El resultado de este proceso reflexivo son observaciones críticas sobre la creciente burocratización de la sociedad, la propagación de opiniones irracionales, el dogmatismo y el estrechamiento de miras de las convicciones partidistas, así como el activismo ideológico que se muestra a gritos en público («Es imposible gritar a gritos y ser justo»). También se menciona la influencia de los medios de comunicación, que se utilizan como entretenimiento y diversión.
Estas observaciones, realizadas antes de la Segunda Guerra Mundial, pueden servir como guía para analizar los fenómenos contemporáneos actuales, sin dejarse influenciar por las demandas de algún grupo de interés. Por eso, Valéry insta a no obedecer tales llamados: «La anarquía es el intento de rechazar cualquier sometimiento a mandatos basados en lo inverificable».