Alicia y el país de las mentiras

Por Vito Corleone

En el vasto reino de la maravilla, donde lo increíble y lo fabuloso se entrelazan en un baile seductor, descansa la esencia de lo engañoso y lo liberador. La grandeza de lo maravilloso, por su antonomasia, reside en su habilidad para urdir mentiras, envolviendo nuestras percepciones en un manto de ficción que supera en deleite a la realidad misma.

Lewis Carroll, el genio tras las inolvidables travesías de Alicia en el país de las maravillas, se erige como el visionario de los sueños del inconsciente, tanto individual sin llegar a lo colectivo. No son sueños reprimidos, al estilo del psicoanálisis, tampoco sueños míticos, sino sueños que encuentran su razón de ser en la compensación cultural. En este escenario, la mentira compensa la verdad.

La joven Alicia, inmersa en un descenso hacia el país de las mentiras que emana de su propio inconsciente, descubre un mundo patas arriba, desordenado y libre de las ataduras de la lógica y la razón. Se adentra en una aventura patafísica, desafiando todas las convenciones establecidas.

Cada uno de nosotros tiene reservada una visita cotidiana al país de las mentiras. A diferencia de lo que sostiene Sartre en El ser y la nada, donde la libertad surge del hecho de que somos nada en nuestra inexorable marcha hacia el futuro, Alicia se alinea con Ludwig Binswanger, el psicólogo y fenomenólogo del olvido del ser. Según él, los sueños imitan a la muerte y portan el deseo trágico de libertad. Es en ese sentido que encontramos la compensación necesaria para nuestra existencia en el mundo real o en el mundo de la vida. Sin la epopeya trágica de los sueños, la vida carece de significado y la libertad se convierte en un simple objeto de consumo, como un urinario en el estilo del ready-made.

En las palabras finales de Alicia, al término de sus aventuras en el país de las mentiras, podemos apreciar el imperativo de la libertad trágica frente a la muerte: «todo ha sido sueños». Ante el tribunal del juicio final, donde se decide el destino de Alicia como mentirosa, la reina del país de las maravillas invierte el orden habitual y solicita primero la sentencia y luego el veredicto. Es un procedimiento invertido. Sin embargo, en el ínterin, justo antes de recibir el veredicto final, Alicia despierta y retorna al ser y la nada, pero ahora carga consigo una compensación para seguir adelante en la vida.

Dios ha muerto, el hombre es libre.

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