A propósito del 10 de Octubre de 1868: deportaciones a Fernando Poo. Breve apunte.

Por José Raul Franco Vidal

La condición de colonia  de Cuba siempre fue regida por los intereses políticos económicos  de la Madre Patria más que por las propias necesidades de cualquier provincia de ultramar. Sin embargo, también es un hecho que el gobierno español de la isla intentó —entre ligerezas y vaivenes de fuerza—, una política cuasi-conciliatoria, diríamos, en los meses previos al comienzo de la revuelta el 10 de octubre de 1868. 

La isla debatía su permanencia en medio de los intereses criado y creados en  todo sector social. Durante su segundo mandato, el capitán general Domingo Dulce Garay, trata de suprimir la revuelta a través de una oferta de amnistía. Su estrategia se caracterizó por una política conciliadora y liberal opuesta al tráfico de esclavos que le granjeó la enemistad de los españoles asentados en Cuba, así como por la decretada libertad de prensa una vez subrayada por Martí como Dulcificadora en El Diablo cojuelo.

Los cubanos, por su parte, se opusieron a cualquier diálogo o apertura. Y la rebelión comenzada en el oriente cubano pronto causa que La Habana regrese a una política de exclusión muy  severa. La oferta de amnistía es retirada y se emite la orden de no tomar prisioneros sino que todos debían de ser fusilados como corresponde a todo acto de guerra declarado contra el gobierno.

Pululan las acusaciones y arrestos. Y para abril de 1869, entre 300 o 400 prisioneros políticos son confinados a la Estación Fernando Poo (Boiko) sin otro crimen que la devoción a la causa de la libertad de Cuba.

Solamente el 21 de marzo, por orden expresa del capitán general Dulce, salen 250 deportados a bordo del San Francisco de Borja, con destino a la isla Fernando Poo, situada en la costa occidental de África. Estos formaban parte de los insurrectos apresados antes y durante el levantamiento en Las Villas. Según señala Juan Bosch, fueron sentenciados a la deportación como única manera de evitar su fusilamiento, que los voluntarios reclamaban estentóreamente.

Los convictos se emplean para hacer carreteras y cortar árboles durante largas jornadas al  resistero del sol o bajo  intensas lluvias. La malaria mató  muchos de ellos. También los relatos del cuerpo de sanidad militar español documentan extensas bajas por disentería. Era alarmante la  alta morbilidad y mortalidad asociadas a fiebre, dolor abdominal y diarrea con deposiciones de mucosidad y sangre. Según reportes del cuerpo, los negros son las únicas personas que sobreviven en la isla durante mucho tiempo.

La misma prensa norteamericana de la época se hace eco de la situación y las deportaciones. Y no duda en informar a la opinión pública sobre la cantidad de tumbas que atestiguan la mortandad entre los blancos en aquel lugar. Asimismo, subraya que the transportation of these political prisoners to Fernando Poo is an outrage against humanity and a disgrace to civilization.

Para entonces el levantamiento en Cuba ya había logrado resultados importantes, aunque de ninguna manera concretaba su objetivo principal. Lejos estaba de definir la separación. Y a  pesar de que toda la isla se entusiasma con los tambores de guerra, la autoridad colonial limita el conflicto a la región oriental, a donde se extendió por 10 largos años que tras el cansancio y las miserias de la guerra condujeron a la rendición de El Zanjón en febrero de 1878.

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