Díaz-Canel y el poder en Cuba

Por: Gadiel Hernádez

Estaría muy interesado en saber, cual es el número de personas en el mundo que realmente piensa que Miguel Mario Díaz Canel Bermúdez es el que gobierna a Cuba? La presente reflexión es en torno al restablecimiento de la posición de Presidente de la República, inexistente en Cuba desde 1976. En mi opinión, no es un cambio solamente cosmético y quisiera reflexionar sobre esto a continuación.

De modo efectivo, el poder en Cuba está en manos de una Junta militar no oficializada formalmente, presidida por Raúl Castro, como apunta el más reciente artículo de Roberto Díaz Quiñones para Diario de Cuba, que a decir de Coco Fariñas es jocosamente el Círculo de la Valla, por la costumbre que tienen de reunirse a pelear gallos en eventos que organiza el bucólico Guillermo García, miembro eminente del clan, y divulgador oficial en Cuba de la carne de avestruz.

Raúl Castro no tiene ni la capacidad, ni la intención de ser un “dictador puro” como su hermano. Está consciente de su mediocridad y de sus limitaciones de toda índole y de su medianía histórica. Prefiere ser “dictador puto”, entregado a su pandilla, gerontócratas de la Vieja guerrilla, generalotes de tres estrellas, ministros y viceministros de las FAR, y del MININT, el zar de GAESA López Callejas y su hijo tuerto el coronel Alejandro Castro Espín, y puede que algún invitado circunstancial a esta fiesta de bromas repugnantes de cuartel y mucho alcohol, subrayo mucha sustancia etílica.

A esta valla, Ramiro Valdés se asoma accidentalmente cuando los crímenes que hay que cometer le competen, y sus intereses se pueden ver comprometidos, pero “la gente de Raúl” que no es “la gente de Fidel” -esta ya se fue del parque- controla y vigila al siniestro Ramirito, que finalmente ha quedado fuera del trapecio de poder institucional.

En el sugerente artículo de Díaz Quiñones, este apunta a dos jerarquías, una primaria que se deriva de Raúl, los miembros de dicha junta militar, y el Buró Político y el Comité Central del PCC, en ese orden descendente. Una segunda jerarquía sería la del presidente de la República, el Consejo de Estado, el primer ministro con el Consejo de Ministros, y la Asamblea Nacional en su conjunto. Como es evidente el poder de esta “segunda jerarquía”, no angelical, es derivado del poder de la primera y muy secundario, terciario, decorativo, de momento. El poder real lo ejerce el casi nonagenario Raúl Castro y su clan de galleros con uniforme.

Hasta aquí, estamos de acuerdo con Díaz Quiñones, pero bien, aquí hay dos temas, el primero es que hay una transmisión de poderes desde una generación que ha controlado el país por 60 años, a otra intermedia de funcionarios de la tipología de Díaz Canel, burócratas disciplinados, dóciles y grises, que han hecho su “pincha” de honestos cuadros profesionales, han dado su “muela”, han cumplido sus “misiones revolucionarias” dentro y fuera del país, a donde los han mandado, donde se les ha indicado, desde arriba siempre.

Ahora “los de arriba” ya no estan o no estaran muy pronto, son ellos los que están y no saben que decir, que hacer, que inventar o que generar como disciplina ideológica o administracion de miseria, no tienen la habilidad retórica del gran líder barbado del pasado. No tienen ni remota idea de cómo se gobierna realmente, aun en las delirantes condiciones de Cuba. No pueden imitar al gran líder supremo, sobre cómo le aconsejaría a Maduro o como enfrentaría a Trump, como lograra proteger a sus socios del Foro de Sao Paulo, o buscara nuevos clientes del tráfico internacional de información de inteligencia, primer rubro exportable, no deducible de impuestos. Los grises no pueden imitar siquiera a Raúl, porque el viejo criminal agonizante casi no sale en público, se muere lentamente hace como 5 años.

El otro punto es que ha habido cambios institucionales en los que ese senado de burócratas que era el Consejo de Estado en torno al líder autoritario Fidel Castro, el gran tirano visionario y prepotente, se ha desvanecido, el Consejo de Ministros va a estar presidido por un Primer Ministro, tal y como lo diseñó la Constitución de 1940 en su sistema semiparlamentario.

Esto ya se enreda como diana. A lo que se le suma una profundización en la separación del aparato estatal del partido comunista que en Fidel se resolvía fácilmente, el era el dueño y señor de ambas instancias, uno lo controlaba directamente y el otro a través de Raúl, las fuerzas armadas. Ahora hay dos aparatos distintos que tienen la dosis de poder que el tirano y sus galleros le permitan. Ahora ese clan explota cuando sus principales componentes partan de este mundo, y los demás se dispersen a falta de animador. No cabe la posibilidad de ver una Rusia postsoviética controlada por mafias, porque las reservas democráticas de la nación cubana esperan muy cerca el espacio del la reconstrucción.

El Consejo de Estado y la Asamblea Nacional del Poder popular, pese a lo que cacaree la propaganda oficial, es irrelevante. Presidido por Esteban Lazo, el ancestral racismo de los guerrilleros, y mucho mas de estos galleros de mala reputacion, nos deja saber gráficamente que cuando tiran al abandono supino algo en Cuba, se lo ponen en las manos a Lazo.
Sin embargo, se ha restablecido el cargo de Presidente de la República, por que? Porque la vieja estructura institucional de la Constitución sovietiforme de 1976 estaba concebida para Fidel Castro, y solo para el. A decir de Weber, el mecanismo de legitimación carismática está en plena decadencia.

Por favor, Diaz Canel no es carismático ni en una mesa de domino con 50 tragos arriba y con los Van Van en vivo. Este señor hereda la jefatura del Estado, con su carga protocolar, y sus responsabilidades formales, pero hereda sobre todo la mesa del juego del poder, donde se dará las fichas le indicarán que el general de Ejército Raúl y sus galleros no estén. Por eso restablecen la presidencia de la República, pero no el mecanismo electoral que permite el ejercicio del cargo.

La Asamblea Nacional, de momento irrelevante, elige al jefe de Estado que es solo por ahora aún más irrelevante, pero que queda separado del poder, del círculo de la Valla y del Partido al no integrar ninguno de los dos, cuando la jerarquía primaria, como afirma Díaz Quiñones no esté, Díaz Canel seguirá siendo fácilmente el Presidente de la República y por primera vez tendrá algo que nunca ha tenido: el poder de decidir a donde iría el país, si cambia el mecanismo electoral que coloque al señor presidente de la República “en Palacio” a través del único aparato que controla y que tiene la función orgánica de decidirlo: la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Osvaldo Paya Sardinas tendría razón una vez más, una reforma de la ley electoral sería el fin de la dictadura y Díaz Canel muy pronto tendrá el poder de hacerlo. La separación del aparato del estado y el partido, la inexistencia de relevo carismático en el monstruo institucional diseñado por y para Fidel Castro y la reestructuración del cargo de Presidente de la República significa la explosión del diseño institucional del régimen y el mediato fin de la repugnante dictadura cubana.

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