El imperativo categórico en las : «Lecciones de Historia Universal»

Por ARVC

«Tibi reg antiqua: laudis et artis ingredior, sacros ausus recludere fontis»

(«Me adentro en tu antiguo reino de gloria y arte, atreviéndome a desvelar las sagradas fuentes.»)

El origen de la historiografía para una globalización del continente americano se encuentra en Lecciones de historia universal, la primera obra ecuménica de la literatura americana del siglo XIX. Esta obra representa un llamado al imperativo categórico que Kant avizoró. La historia universal, ¿no es acaso el reflejo de las tradiciones del sufrimiento y del anhelo constante por la felicidad y satisfacción? Para la historia univesal de América la educación era el emperativo categórico.

Heredia, al abordar la famosa máxima de Immanuel Kant, la transforma de una manera intrigante en sus lecciones. Kant había propuesto el imperativo categórico como un principio fundamental que guiaría la acción moral, con la idea de que las acciones deben ser universales y aplicables a todos. Sin embargo, Heredia da un giro interesante a esta noción.

En el transcurso de sus iluminadoras Lecciones, Heredia nos invita a embarcarnos en una travesía intelectual que se aleja del anhelo de un principio universal inmutable en el ámbito de la moralidad y la ética. En su visión, dichos conceptos se revelan no como entidades estáticas, sino como entes maleables, susceptibles de ser moldeados y adaptados a las peculiaridades de cada contexto y circunstancia. Esta perspectiva propuesta por Heredia despliega un desafío notable a la estructura rígida del imperativo categórico kantiano, abogando por una metodología ética más dinámica y situacional. Este enfoque se alinea estrechamente con la esencia de «Nuestra América» de Martí, donde la adaptabilidad y la consideración de las realidades específicas son fundamentales para entender y aplicar conceptos éticos. Heredia, en consecuencia, no solo redefine la comprensión de la ética sino que también la enriquece, proporcionándole una dimensión más humana y menos abstracta.

Heredia argumenta que la realidad social y personal es demasiado compleja para ser abordada por reglas universales y absolutas. Sostiene que lo que funciona en un contexto puede no ser apropiado en otro, y que la moralidad debe ser capaz de adaptarse a estas diferencias. Este enfoque no solo cuestiona la noción de leyes morales universales, sino que también enfatiza la importancia de la empatía, el entendimiento cultural y la flexibilidad en el juicio ético.

Al hacer esto, Heredia no descarta por completo el valor del imperativo categórico de Kant, sino que lo amplía y lo adapta a una visión más contemporánea y contextual de la ética. Esta aproximación busca encontrar un equilibrio entre los principios universales y la necesidad de reconocer la diversidad y complejidad del mundo real en el que vivio.

En una carta fechada el 18 de noviembre de 1826 en México, José María Heredia y Heredia, reconocido como el poeta de la nacionalidad cubana, escribió:

«Estoy trabajando en una obra gigantesca, a la que he llegado a la mitad gracias a mi constancia. Es un ensayo filosófico sobre la historia universal desde los primeros tiempos hasta el presente».

En esa misma carta, también expresó:

«He querido presentar a la juventud de nuestros países un cuadro moral de la historia, para que lo vean como deberían, y así evitar que sus mentes se corrompan con las crónicas absurdas escritas por despreciables escritores motivados por la superstición o el infame culto al poder».

Dedicada a la juventud mexicana, el destacado poeta cubano José María Heredia publicó en México, Toluca, en 1831-32, Lecciones de Historia Universal en cuatro tomos. La segunda edición, en dos tomos y con prólogo de José Rodríguez García, data de 1915. Sin embargo, en años recientes, en 2014, el Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México recopiló los cuatro tomos en un libro facsimilar. Los editores explican:

«Posiblemente este sea el primer texto de importancia continental proveniente de esta distinguida institución durante sus primeros días como Instituto Literario de Toluca, donde Heredia, como director de la institución, estableció programas innovadores y sentó las bases de la primera organización docente y escolar en lo que ahora es la Universidad Autónoma del Estado de México».

La paideia herediana

En el contexto tradicional escolar, la obra de Heredia, Lecciones de historia universal, buscaba proporcionar orientación para una vida patriótica. En términos positivos y emotivos, era un esfuerzo por explorar la historia de las ideas y se consideraba adecuado para transmitir tanto el análisis positivista de la historia como la construcción moral de los pueblos latinoamericanos. Algunos seguidores de Heredia argumentan que su obra representa una modernización en la metodología y enfoque histórico. Aunque en la introducción de Lecciones el autor discute el concepto y objeto de la historia, no deja de transmitir la idea de educación integral. Heredia no se aleja ni un ápice de la noción platónica de la elevación del alma, donde las ideas puras arden como el viaje moderno del alma con los vehículos del concepto.

Si recordamos las Lecciones es principalmente porque en la época de Heredia aún prevalecía la ontoteología como la corriente dominante y predominante en las sociedades urbanas desarrolladas. Con su ensayo filosófico de la historia, Heredia se enfrenta a un enfoque educativo riguroso que no busca fomentar en la juventud urbana la evasión de las convenciones, sino más bien promover el ascetismo basado en reglas normativas y simuladas, universalmente convencionales.

Para América en ciernes, las Lecciones marcan el inicio de una nueva imagen de la educación. El ensayo filosófico de Heredia se destaca en el debate entre la ilusión y la conveniencia de la antigua retórica y sofística de la escolástica. Paideia, o educación, no solo se considera como la base para la formación de seres humanos en una región en desarrollo, sino que también marca el inicio de un programa educativo basado en la práctica política y cultural del filosofar.

Este programa, fundamentado en las Lecciones de Historia Universal, debe ser recibido como el surgimiento de una teoría histórica condicionada por la emergencia de la nueva formación regional de los estados nacionales, arriesgada y llena de poder. Estas Lecciones tienen como objetivo fortalecer una nueva disciplina en los seres humanos, preparándolos para las futuras formaciones políticas de las naciones en proceso de desarrollo. En este sentido, se puede afirmar que las Lecciones representan una ceremonia de iniciación lógica-ética para las élites nacionales, hombres formados bajo la guía de un maestro audaz, con el objetivo de trascender el carácter meramente familiar y patriarcal que la educación había mantenido hasta entonces, para contribuir a las aspiraciones más elevadas (ese sol del mundo moral).

Desde sus inicios, las Lecciones se presentan como la escuela de la síntesis universal para América Latina. Su punto de partida consiste en enseñar la capacidad de teorizar sobre lo diverso y lo monstruoso, integrándolos en un todo. Introduce una carga intelectual y moral en el espíritu de América Latina, acorde con la creciente complejidad del mundo, y promueve el establecimiento de una escuela latinoamericana. Su objetivo es formar estudiantes con una conciencia moral para una ciudad lógica, despertando en cada uno de ellos el sentimiento de pertenencia a todas partes como si estuvieran en su propia patria.

Un testimonio de Heredia mismo ilustra lo anteriormente expuesto. En su obra La educación moderna escribe (se respeta la ortografía del texto):

La persecución apenas comenzaba. Estábamos tomando el café, cuando el padre de uno de aquellos mocosos, con la taza en la mano, quiso darnos idea de los conocimientos históricos del señorito, y con voz imponente, y que reclamaba la atención del auditorio, le preguntó que rey de España había sucedido á Fernando V. El niño respondió sin vacilar que Fernando VI. Las tres cuartas partes de los presentes, admirando la precision y prontitud de la respuesta, no dieron muestra de advertir la pequeña falta de esactitud que podia notársele, y á imitacion del historiador de chaqueta parecieron olvidar al famoso Carlos V, al atroz Felipe II, al nulo Felipe III, al disipado y fastuoso Felipe IV, al imbécil Carlos II, à Felipe V y á su hijo Luis, y se tragaron toda la dinastia austriaca, y al fundador de la borbónica, en un periodo de mas de dos siglos. La señora de la casa aprovechó esta ocacion de hacer lucir á su hija, y dirigiéndose á ella con el tono de la confianza mas maternal, la dijo: “Emilia, dinos que son las hamadriadas.”— “Mamá, respondió la chica, “debias preguntarme antes por las driadas, pues las otras son su derivado.” A esta palabra derivado, echó la señora sobre los concurrentes una ojeada circular, á que todos correspondieron con un gesto de admiracion. Otra chiquilla, picada al parecer del ningun caso que le hacian, quiso tambien tener parte en el aplauso, y dijo á otra de las señoras: “Mamá, ¿quieres que te esplique las mínimas, semínimas, fusas, semifusas, corcheas y semicorcheas?” La madre tuvo la piedad de no acceder á la propuesta, y con todo empezaron á salirse algunos hombres. Yo los hubiera seguido con toda mi alma, pero estaba á las ordenes de doña Antonia. Para contener la emigracion, se pidieron mesas de tresillo; y mientras se disponian, tuvimos que oir despedazar en el piano una sonata de Rossini por la inevitable Emilia, á quien su madre, con la mayor inhumanidad, hacia empezar de nuevo cuantas veces se equivocaba, lo que podia eternizar nuestro suplicio. Acabó por fin, y empezó el juego. Despues de mil pesadumbres que me ha dado Birjan, me he propuesto, como el jugador de Gorostiza, no jugar sino al agedrez. Uno de los presentes me hizo la propuesta, y acepté, por escapar á la importunidad de los muchachos. Nuestro partido era casi igual: yo habia perdido el primer juego, y tenia mucha ventaja en el segundo: era probable que con pocas jugadas iba á dar jaque mate: y ya de antemano gozaba mi triunfo y la sorpresa de mi adversario, cuando viese un jaque á rey y reyna que tenia preparado. Mas en tan crítico momento, una maldita criatura, en quien no puedo pensar sin cólera, corria por la sala, huyendo de otras, y vino á dar con la mesita, derribando consigo tablero y piezas. En la rabia que me encendia, y que aquellas señoras aumentaban con sus groserisímas carcajadas, maldije á todos los muchachos del mundo. ¿“Tiene V. valor,” me dijo burlescamente la madre del derribado, “para enojarse con estos inocentes?” –A fé mia, señora, la respondí, “que tales inocentes me reconciliarian con Herodes. Duplicóse la risa, y muy oportunamente me dijo doña Antonia que su coche aguardaba. Tardé cerca de una hora en recobrar mi sombrero y baston, que aquellos mocosos habian escondido bajo de una cama. Un lacayo me los trajo por fin, y partimos. En el camino hice confesar á doña Antonia que unas criaturas educadas asi, no podian menos de llegar á ser hombres insufribles y mugeres ridículas y holgazanas, y que si la educacion antigua alejaba mucho á los padres de los hijos, la moderna los familiariza demasiado. ¿Será imposible hallar un medio entre ambos estremos?».

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¹ Johan Moya Ramis: “Lecciones de Historia Universal, de José María Heredia, una joya historiográfica para todos los tiempos”. En: Revista de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, Año 105, No. 1-2, 2014

² Ibídem

³ Jorge Olvera García y Onoria Céspedes Argote: Política y pedagogía en el pensamiento de José María Heredia y Heredia. Universidad Autónoma del Estado de México, 2014

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