«La libertad individual no es un bien de la cultura», Sigmund Freud

Por Roberto Solano

El hombre. Su naturaleza y su lugar en el mundo by Arnold Gehlen

Hoy se estima que su obra tardía es la más provechosa en lo que incumbe al tema de la cultura. Sigmund Freud intenta finalmente dar equilibrio a dos problemáticas de la cultura en apariencias separadas, en apariencia antitéticas: equiparar la evolución de la comunidad cultural con la evolución del inconsciente individual. En el ensayo de 1930, El malestar en la cultural, introduce una frase enigmática, pocas veces atendida con seriedad: «El hombre ha llegado a ser, por así decirlo, un dios de prótesis». Lo que más adelante, siguiendo esta perspectiva Arnold Gelher considera en El hombre. Su naturaleza y su lugar en el mundo (1940) un ser con características deficitarias, inmaduras, un nacimiento noético.

Fue a partir de entonces que Freud, sin preguntárselo directamente, se dio de bruces con un fenómeno antes no previsto e imaginado: la inmunidad cultural. Por tanto el inconsciente y la libido, aun presente en el ensayo de 1930, comenzaron a formar parte de una estrategia conceptual y teórica secundaria. El psicoanálisis comenzó, a partir de entonces, a ceder ante la perspectiva del tema de la inmunología cultural. Freud llegó a decir: 

«La libertad individual no es un bien de la cultura».  ¿Por qué?

A diferencias de sus exegetas y epígonos, Freud comenzó a transmutar las muletas, las prótesis del hombre al arte del funámbulo. El problema de lo espiritual que aborda magistralmente en el ensayo de 1927 Porvenir de una ilusión, se convierte en tema principal de su pensamiento en sus días últimos. Freud expone en ese texto:

«Pero no creemos poder caracterizar a la cultura mejor que a través de su valoración y culto de las actividades psíquicas superiores, de las producciones intelectuales, científicas y artísticas, por la función directriz de la vida humana que concede a las ideas. Entre estas el lugar preeminente lo ocupan los sistemas religiosos cuya complicada estructura traté de iluminar en otra oportunidad».

Ya no es el inconsciente, el psicoanálisis, ahora es la religión. Sin pretenderlo, Freud se había revirado contra sí mismo y contra toda tenencia de prominencia individualista, muy en boga, tratando de equilibrar el egoísmo de la felicidad individual con el de la comunidad (cuidado) de intereses inmunes culturales. Podía alargar estas consideraciones, que sería innecesarias si el texto de Freud no fuese manipulado por los intereses del psicoanálisis clásico. De ahí aquella frase que hizo estallar las neurosis en sus discípulos: «Así, pues, el primer requisito cultural es el de la justicia».

Y Justicia significa inmunidad.

Contra el totalitarismo individual y colectivo de los sistemas ideológicos se necesita, según la ilusión de la religión, un proyecto de inmunidad de la cultura. Eso significa, por añadidura, de que la liberta no puede ir separada según Freud de que la cultura es un reglamento de una orden.

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