Rilke: el «poema entre la «(au)sencia» y la «(pre)sencia»

Despídete del romanticismo, la sensibilidad extrema, el intimismo y la vanguardia. Rainer María Rilke, poeta de la transformación absoluta, es el precursor de la «ascetología poética».

En su obra «Cartas a un joven poeta», escrita en 1908, Rilke aconseja al interlocutor:

«Acércate a la naturaleza e intenta expresar, como si fueras el primer hombre, lo que ves, sientes, amas y pierdes. Evita, al principio, formas y temas demasiado comunes, ya que son los más difíciles. Se requiere una fuerza madura y poderosa para expresar algo propio donde ya existen muchos buenos legados y brillantes.»

Es aquí donde comienza el concepto de «poema-cosa» o «poema-ente» (ausencia y presencia). El poema se convierte en un ser y la cosa nombrada.

El acto de nombrar las cosas, depositándolas en el espacio y en el mundo, adquiere autoridad transformadora y la fuerza de un mensaje profético que evoca cambios vitales. El espíritu de Nietzsche entra en juego. En su última etapa creativa, lo que importa a Rilke es encontrar una representación artística que dé forma como el cuerpo crea cosas, poemas cuya estructura e imágenes estén conectadas únicamente con la propia cosa. ¿Qué tipo de cosa es necesario crear según Rilke?

Para Rilke, la cosa poética o el poema que necesita llamar la atención sobre la cosa, desecha la inspiración y cualquier movimiento de «revelación» y «psiquismo», considerándolos meros ejercicios y entrenamientos baratos.

Es importante estudiar con atención el libro «Nuevas poesías» (Nuevos poemas) y desentrañar las claves de la nueva orientación en la ascetología poética. Rilke se interesa por cómo el vitalismo se manifiesta en la esencia del poeta, asumiendo un programa de vida. Dicho programa, generalmente ausente en la poética cubana, implica un sentido metafísico e ilusorio de vida y busca transformar el «sensibilísimo» y el «impresionismo poético» de las vanguardias por una concepción práctica y somática, vinculada a una disciplina y forma de vida. Inspiración, revelación, sentimiento y fe, son constantemente ejercitados como formas de vida.

Rilke comprende perfectamente el aforismo 22 de Nietzsche en Aurora, que dice:

«A pesar de las promesas que ofrecen el conocimiento y la fe, estos no pueden conferirnos la fuerza ni la habilidad para actuar. No pueden reemplazar el hábito de ese mecanismo sutil y complejo que debe ponerse en marcha para que algo pase de la representación al acto. Ante todo, están las obras, es decir, ¡el ejercicio, el ejercicio y el ejercicio! La fe que necesitamos nos será otorgada por añadidura. ¡De eso podéis estar seguros!»

Para que disfruten de la cosa, aquí está La pantera, un soneto que pertenece a la segunda parte de los «Nuevos poemas»:

La pantera

Su vista se ha cansado tanto de ver pasar
los barrotes, que no retiene nada.
Le parece que hubiera mil barrotes
y tras los mil barrotes ningún mundo.
El suave andar, de pasos elásticos y fuertes,
que se vuelve en el más mínimo círculo,
es cual danza de fuerza en torno a un centro,
donde aturdida está una gran voluntad.
Sólo a veces se aparta, sin ruido, la cortina
de la pupila… Entonces una imagen penetra,
atraviesa la calma en tensión de los miembros…
y deja de existir dentro del corazón.

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