En Cuba en los 90s, oí el rumor y también la preocupación entre historiadores locales de que una obra historiográfica publicada en el exilio (puerto Rico) se proponía desbancar la labor de los colectivos historiográficos en la isla. La paranoia de la historiografía de entonces era real, debido a que, entre el 70 y el 80, el historiador exiliado cubano Levi Marrero, publicara después de más 30 años de investigación una obra enciclopédica en trece tomos: Cuba: economía y sociedad.
El rumor, que luego llegó a oídos de las autoridades oficiales, se hizo acompañar como la de una obra para consulta, sin rango crítico y metodológico. La noción consulta tenía como objetivo retirar de entrada toda posibilidad de argumentos, críticas, tesis, problema. Para el oficialismo cubano se vendía una obra enfocada, desde la tradicional escuela positivista, abundante en información o, para usar un término elegante, para referencia bibliotecaria.
En el verano de 1996 tuve la suerte de revisar (consultar) los tomos I y II en la Biblioteca Nacional.
Que luego en el exilio yo tuviera la posibilidad de leer varios tomos, me resultó más que una curiosidad informativa. Un sondeo general por cada tomo de Cuba: economía y sociedad me permitió comprender aquellas razones por las cuales se produjo en Cuba la ofensiva del oficialismo, que se inmiscuyó de lleno en la dirección y elaboración de una historiografía nacional, provincial y local.
El reto de Cuba: economía y sociedad estaba planteado: una obra de calidad historiográfica…