Redes sociales, tribus y patria

Por Antonio Cepeda

La idea de “tribus”, que en la historia pre-antigua se relaciona con la formación de “hordas”, ha tomado en la actualidad un referente metafórico, habida cuenta que a través de las redes sociales se están estableciendo vínculos y amistades configuradas en pequeñas comunidades, grupos, siguiendo el modelo “patria” en la ciberterritoriedad. En un momento, hasta aproximadamente 1945, las redes sociales se relacionaron en gran medida con el patrón de la “prensa plana literaria”, libros, revistas y periódicos. La prensa cibernética amplió el espectro comunicativo, haciéndola más dinámica y con mayor alcance, pero hoy sabemos que no alteró el modelo de conseguir amistades y de la colaboración para configurar las nuevas identidades nacionales. El multicularulismo constituye un espejismo, un epifenómeno de la identidad que produce la relación del sujeto con el objeto.

Al entrar en juego la cibernética se objetivisa un fenómeno mediático entre ambas identidades. Ahí, donde “hay información”, aparece un tercer elemento aglutinador para ambas partes. La información viene a sustituir el aspecto binario de la identidad, que por naturaleza fenomenológica se representa en múltiplos y variantes. Con la información cibernética queda clara, a la vista del observador, la configuración del “espíritu objetivo”, ni absoluto ni subjetivo. La computación es un modelo de la cultura “homeogeográfico”, como la tercera parte de la relación binaria de la cultura. Se constituye en identidad singular. Proyecta la materialización de la cultura de acuerdo con la identidad de las cosas. Cuando decimos que existe la cultura cubana calculamos que hay información. El estudio de la cultura depende de la “información” existente en cada objeto. La tribu, la comunidad, la nación es un ente de la información.

Aun cuando los intereses de los “grupos” de amistades puedan traspasar el límite de lo permitido para reorganizar la vida tele-comunicativa a gran escala, a nivel mundial, la tendencia a relacionarse es casi siempre “homeogeográfa”, en relación con el lugar de nacimiento y a la reconstrucción de la identidad nacional: se distingue por la necesidad de incorporar en la vida virtual imágenes deductivas del país de origen, el terruño, el barrio y el vecino. Por afinidades profesionales y otras índoles cooperativas, la “tribus virtuales” adquiere una dimensión y dinámica diferente que no viene al caso explicar ahora, pero que no se aparta del concepto “tribal” en general.

Los grupos más extendidos, que pueden llegar a formar comunidades de amistades más amplias, hasta configurar pequeñas sociedades participativas con base en reglas y signos, según el tráfico que les competen, delinean objetivos sui generis en torno a intereses comunes ligados esencialmente a la “homogeográfa”. Se incorporan a la red arguyendo una simpatía autoplástica. En tal sentido, las redes se desdoblan en propósitos binarios, los cuales producen un retorno a lo antiguo de forma moderna: la “patria-tribus-nacionalidad” mundial.

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