Por Galán Madruga
Hace tan solo un mes, la editorial Trota publicó en castellano el primer tomo de los seminarios del célebre psicólogo Gustavo Jung, impartidos entre 1934 y 1936, bajo el título El Zaratustra de Nietzsche. Este tomo consta de 1600 páginas y es la traducción del original en inglés.
Algunas reseñas sobre el libro de Jung consideran que Así habló Zaratustra de Nietzsche es una obra de profunda psicología, precursora del psicoanálisis y compatible con el misticismo del inconsciente colectivo. Sin embargo, advierten que en manos de personas no preparadas o desactualizadas, podría ser una bomba de tiempo, un bumerán para cometer crímenes.
Jung mismo reconoció que el texto de estos seminarios contenía errores y deficiencias que necesitaban corrección, pero lamentablemente no pudo llevar a cabo esa tarea por sí mismo. Por lo tanto, pidió a los lectores que los abordaran con la crítica necesaria y que los utilizaran con prudencia.
Aunque no he leído el libro completo de Jung, las consideraciones reseñadas hasta ahora no me sorprenden. La exploración del inconsciente colectivo, los orígenes de los mitos y los símbolos esotéricos de la formación de las naciones y pueblos ancestrales y modernos, inspiraron también el libro El mito Bayam.
Jung describe Zaratustra de Nietzsche como una gran tragedia psicológica, la tragedia del hombre moderno. Sin embargo, destaca que la mayoría de la gente que lo lee no logra apreciarlo como tal debido a la falta de conocimientos sobre simbología, algo que sí es posible alcanzar con la psicología analítica.
En la época en que se presentó Zaratustra de Nietzsche, hubo dos interpretaciones destacadas. Heidegger lo vio como la Casa del ser, una reflexión sobre el olvido del Ser. Por otro lado, Jung lo consideró un llamado para superar el inconsciente individual del psicoanálisis y sumergirse en los misterios del «inconsciente colectivo».
Nietzsche no buscó la iniciación inmediata e individual que plasmó en su obra, sino que fue abrazado por ese proceso debido a la madurez de la época y su propia sensibilidad hacia estos temas. El filósofo sintió la necesidad de algo más profundo en un período marcado por el floreciente materialismo y la pérdida de la vida espiritual.
El Zaratustra de Nietzsche es una apasionada confesión y una experiencia vital plasmada en cada capítulo. Cada uno de ellos representa una nueva imagen del proceso de iniciación simbólica, que emula los antiguos rituales de paso en los que se transitaba por etapas simbólicas para alcanzar el conocimiento y la sabiduría de uno mismo.
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